Abel Azcona. ‘Volver al padre’. Sala Salvador Amós

Abel Azcona: Matar (metafóricamente) al padre

El creador navarro rinde cuentas en la Sala Amós Salvador de Logroño con uno de los capítulos más oscuros de su biografía

Abel Azcona en la Sala Salvador Amós

Es posible que haya muy pocos autores que crean verdaderamente en la ‘performance’ como actividad catártica y que conviertan arte y vida en un camino de ida y vuelta, estableciendo su propio cuerpo como nudo gordiano de las propuestas. A Abel Azcona (Madrid, 1988) se le puede tachar de mil cosas (de ser un socarrón, un autor para algunos excesivo o impostado), pero lo que no se le puede negar es que, en España, lleva la disciplina hasta las últimas consecuencias, y que se moja en lo que hace; que pone su pellejo a disposición del espectador, de forma descarada y descarnada, cueste eso (en dolor, en lágrimas, en sudor y demás fluidos) lo que cueste.

Quizás por estos pagos solo le sigue a la zaga Santiago Sierra (otro creador no apto para todos los paladares). Fuera de nuestras fronteras, la Marina Abramovic anterior a Marina Abramovic. Curiosamente, este proyecto suyo en la Sala Amós Salvador los concita, de diferentes formas, a los tres. La tensión y la autenticidad están aseguradas. Azcona lleva la voz cantante.

Dicen que el ‘asesino’ siempre vuelve al lugar del crimen. El creador ‘navarro’ regresa a este espacio de Logroño para cerrar un círculo que inició hace un año. Sin embargo, para entenderlo, tenemos que retrotraernos mucho más atrás, treinta años, cuando su protagonista fue secuestrado por, no digamos su ‘padre’, sino aquella persona que ejercía de alguna manera por entonces su tutela legal. Pueden pensar que ‘voy fuerte’ con el relato, pero la propia biografía de Azcona da para película (raro que nadie haya reparado en eso) y es el magma del que ha manado siempre todo su trabajo.

Arriba, una de las fotografías de ‘Volver al padre’

El artista suele disparar generalmente contra su madre, una joven politoxicómana que ejercía la prostitución para costearse la droga y que lo abandonó a los pocos días de nacer. Comenzaría después el calvario de la adopción, porque el joven Abel David –el creador cuenta con una pieza conmovedora, tan solo con hacer una lista con todos los nombres que barajó durante algunos años pasando de hogar en hogar– acabaría en el seno de una familia de acogida en la que vivió relatos de abusos, maltratos y abandonos. ¿Cómo no va a convertirse toda su labor como artista en un deseo de ser aceptado y amado, de encontrar un lugar en el mundo? ¿Cómo no justificar las muchas aberraciones a las que ha sometido su propio cuerpo si todos los demás le hicieron creer que este era un despojo?

En esta siniestra historia –quiero pensar que en algún momento con final feliz en la trayectoria vital de Abel Azcona (cada vez más interesado por las injusticias ejercidas contra los demás: que la historia no se repita)– quedaba una cuenta pendiente, esta vez con ‘su padre’.

Momento de la performance «Volver al padre»

El 27 de abril de 1991, cuando el artista contaba con tan solo tres años, fue secuestrado por su progenitor, encontrado seis meses después, desnutrido y abandonado, en un pueblo de Extremadura. El Azcona adulto repitió tres décadas después el viaje exacto con la persona que lo secuestró, al que localiza y convence para tal fin, intentando hallar respuestas, justificar comportamientos. Toda la documentación de esos momentos (vídeos, fotos, material de archivo…) conforma el grueso de la exposición de Logroño, a la que se une también la ‘performance’ que en 2021, en esta misma sala, realizó junto a ‘ese padre’, en un intento de ‘vincularse’ con él, y, desarrollar el acto más valiente, más que lacerarse, autolesionarse o martirizarse: perdonarlo.

Entre la documentación que se maneja en la expo, ‘Expediente 09872’ (el que abrió Servicios Sociales para Azcona siendo un niño), que en sus 128 páginas condensa todo lo que ha dado de sí en su vida, personal y profesional. También otras obras en torno a la figura paterna, como ‘Los padres’, con retratos robots de hombres que pagaron por sexo, ejecutados con las indicaciones facilitadas por prostitutas.

Un hombre contempla la serie ‘Los padres

La muestra se acompaña de un sobrecogedor catálogo a modo de ‘diario de confesiones’ de Azcona, con prólogo de Marina Abramovic. En las actividades paralelas a las que dio pie la cita participó, entre otros, el mencionado Sierra. Como les decía, se cierran los círculos; como esta muestra cierra un capítulo de su protagonista que nunca debió producirse.

Abel Azcona.’Volver al padre’. Sala Amós Salvador. Logroño. C/ Once de Junio, 4. Hasta el 21 de agosto

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