Aernout Mik. CA2M

 «No hablo de violencia, sino de cambios»

Aernout Mik, uno de los artistas holandeses más aclamados, vuelve a exponer en España después de diez años. El CA2M, en Móstoles, analiza su personal y envolvente forma de asumir el vídeo

Aernout Mik en el CA2M (Foto Ignacio Gil)

 

Holanda es el país invitado a ARCO’12 y las grandes instituciones en Madrid llenan la programación con sus artistas. En el caso que nos ocupa, el del CA2M, estamos de enhorabuena, pues supone el regreso a España de uno de sus pesos pesados: el vídeo-artista Aernout Mik (1962), que no exponía aquí desde su individual en la Fundación «la Caixa» de Barcelona en 2003. Su nueva muestra se nutre de las instalaciones más sobresalientes que ha dado su trabajo en estos años. Con ellas se comprende por qué este artista, que representó a su país en la Bienal de Venecia en 2007 y del que en la actualidad revisan su trayectoria el Jeu de Paume y el Stedelijk en Ámsterdam, se ha convertido en un referente en la escena internacional.

Una exposición contundente conformada por cuatro instalaciones. ¿Cómo se ha hecho una selección tan arriesgada?

Llevo mucho tiempo sin una exposición individual en España. La última se celebró en Barcelona en 2003. El comisario, Ferran Berenblit, ha querido arrancar de ese punto y cubrir todo el periodo posterior. Por otro lado, se han buscado obras que estuvieran relacionadas entre sí. En realidad hay como dos parejas: Schoolyard y Glutinosity, que hablan de los jóvenes, de momentos de revuelta y protesta, de represión… Y Training Ground y Raw Footage, que se ocupan de situaciones de crisis en ámbitos muy agudizados y excesivos. En cierto sentido, todas hablan de situaciones cargadas de incertidumbre. Esa es una cuestión subyacente en todas mis obras.

Uno de los vídeos del artista en la exposición

La muestra, de todas formas, no acaba ahí.

Es cierto. Se cierra con una especie de «quinto elemento»: algo parecido a una performance, pero sin previo aviso. Solo se desarrollará en momentos concretos que no se anunciarán. Se juega con la idea de si uno se da cuenta o no, lo que le da un toque de tensión al espacio, como si lo activara.

Es una manera también de convertir al espectador en actor.

Sí. Y ese es un elemento esencial en mis obras: no son solo vídeos que uno se sienta a ver, sino que son artefactos en el espacio con los que uno se topa; es decir, la posición, la forma de comportarse de cada uno, de moverse, forman parte de la obra. A veces las pantallas están en el suelo, así que hay un intercambio físico entre el entorno y el espacio del espectador, que podríamos denominar «participante». La estancia no está oscura, así que uno es consciente del resto de las personas que la ocupan, que pasan a formar parte de su observación.

El comisario destaca que lo que unifica sus obras es que hacen referencia a momentos de crisis en los que todo salta por los aires. Entonces, las reglas cambian y nada es seguro.

Hay dos momentos en una crisis. El primero es aquel en el que uno reconoce la situación. Y luego puede haber un segundo, más intenso y que en la exposición subraya Training Ground, en el que las reglas se desploman y es como si estuvieras atravesando algo y otra cosa estuviera saliendo a la superficie. Ese es un momento de transformación. Cuando todo explota se desatan ciertas energías y, aunque no sea reconocible, se crea un nuevo estado de las cosas. Así, por una parte, las obras presentan cierta incertidumbre, pero, por otra, también un momento de emancipación porque se rompe con los límites. Por eso me gusta jugar con la ambigüedad, en qué punto empieza algo o en qué punto termina, quién es un personaje en el vídeo y quién no. Se llega a la situación en la que todo está en movimiento y, como espectador, tienes que tomar decisiones como qué interpretación le doy a esto o cómo me identifico con ello.

«Training Ground»

Me resulta curioso que identifique la adolescencia como «estadio de violencia».

Sin embargo, lo que me interesa no es la violencia en sí. En Schoolyard, partía de que las cosas pueden transformarse a gran velocidad. Me interesaba más cómo el aburrimiento podía convertirse en juego; el juego, en agresión; y luego, al revés. Y esos momentos de transformación tienen mucho que ver con la adolescencia, que es muy dinámica y es cuando uno puede tomar direcciones muy distintas y a la vez. Los vídeos no son violentos. Evocan la idea de violencia, de juego, de ritual colectivo.

Y es que las instalaciones nunca tienen un protagonista exclusivo. ¿Se puede llegar a ser un individuo dentro del grupo?

Es como cuando estamos en la calle y nos relacionamos con la multitud: no vemos una nube, sino que nos fijamos en ciertas cosas. Y hay momentos en los que las situaciones se individualizan de repente. Somos animales sociales. Pero, moralmente, nuestra posición siempre es individual. Eso se refleja muy bien en las obras, que hacen que te enfrentes a una presión colectiva, una presión constante que recibe tu propio cuerpo. Y hay un momento en el que tienes una responsabilidad individual, sobre todo porque nadie te ofrece un estado idílico en el que uno controle lo que hace.

«Raw Footage», con imágenes de la guerra de los Balcanes, no es ficción, pero, ¿por qué tampoco es un documental?

Porque no ofrece referencias. Como en otras obras, puedes hacerte una idea de dónde es, pero funciona a un nivel más abstracto. No es documental pero, al tiempo, es un documental comentado; se podría decir que está invertido, pues está hecho con un material con el que se suele formar los recuerdos, pero en sentido contrario, porque hace que busques algo en el contenido que dista mucho de su naturaleza documental.

Uno de los vídeos de la exposición

Su país mostrará lo mejor de sí en ARCO. ¿Qué podemos esperar?

Este es un momento peculiar para Holanda, en el que el país se destruye culturalmente. El Gobierno actual ha reducido el presupuesto a la mitad y ha cambiado la política de apoyo de la de la Fundación Modrian en el extranjero. Antes esta fundación trabajaba con países emergentes respondiendo a intereses culturales. El nuevo Gobierno ha elegido diez países, entre ellos España, por razones estratégicas y económicas. Es una locura «apoyar» a Alemania. ¿Lo necesita?

Holanda es un buen granero de artistas españoles.

Lo sé. Conozco a unos cuantos. Y todos se van a marchar. Y lo que está pasando no solo afecta a las artes visuales, sino a todas las artes, porque en Ámsterdam también hay muchos bailarines y coreógrafos españoles. Ese clima de intercambio se va a desinflar.

Detalle del montaje de la muestra en el CA2M
Aernout Mik. CA2M. Móstoles (Madrid). Avenida de la Constitución, 23.Comisario: Ferran Barenblit. Colaboran: ARCO y Mondrian Foundation. Http://www.ca2m.org/. Del 7 de febrero al 3 de junio de 2012
Texto publicado en ABC Cultural el 28 de enero de 2012

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *