Álvaro Perdices y David Bestué se reparten el Museo del Prado y el MNAC

Haciendo (jovenes) amigos

Museos como el Prado, con Álvaro Perdices, o el MNAC de Barcelona, y su proyecto con David Bestué, apuestan por jóvenes creadores para enriquecer sus propuestas

Detalle de "Jardín Infinito", de Perdices en el Museo del Prado
Detalle de «Jardín Infinito», de Perdices en el Museo del Prado

No es novedad que el arte contemporáneo entre de forma, cada vez más natural, en museos históricos o cuyas colecciones artísticas no contemplan una mirada hacia la actualidad. Es más, en los últimos años, esta inercia se ha terminado convirtiendo en tendencia (por no decir moda), lo que no impide que no haya dado pie a ricas e interesantes relecturas de conjuntos artísticos nacidas de estos matrimonios de conveniencia.

Míticos fueron, en este sentido, los primeros pasos del Museo del Louvre (donde Jan Fabre golpeó dos veces) o el Palacio de Versalles (que este verano abre sus puertas a Olafur Eliasson), a los que se sumaron después en nuestro país instituciones como el Museo del Prado (Cy Twombly, Thomas Ruff, Barceló), hasta llegar a interesantes programas como el que organiza la Fundación Lázaro Galdiano (por el que han pasado grandes creadores como José Manuel Ballester, Enrique Marty o Santiago Ydáñez, y a donde en septiembre llegará David Trullo), o el de algunos museos estatales en la capital, como el que llevó a ocupar hasta cuatro de ellos a Mateo Maté

Lo que ya no es tan habitual es que este tipo de cartas blancas a artistas vivos se otorguen no tanto a medias carreras como a jóvenes artistas. Es lo que han favorecido ahora dos grandes centros en nuestro país: el Museo del Prado, con Álvaro Perdices (en colaboración con el cineasta Andrés Sanz y los músicos Santiago Rapallo y Javier Adán) y el MNAC, que apuesta por David Bestué (1980).

Detalle del proyecto de David Bestué para el MNAC
Detalle del proyecto de David Bestué para el MNAC

Comienzo con este último (que ya había colaborado con esta institución, por la que también pasó antes Perejaume) cuyo proyecto (en el museo no se atreven a llamar a lo suyo exposición, tal vez porque el centro aún se está habituando a estos soplos de aire fresco) lleva por título Sala 83, justo la siguiente a aquella en la que se acabaría el recorrido por su colección, de la que el artista propone una loca lectura, pero muy efectista, a modo de epílogo.

Así, y en sintonía con su humor habitual, David Bestué retoma la figura de Picabia, que en los años veinte realizó un conjunto de collages que situaban en el mismo plano la Barcelona contenida en los mil años de la colección del MNAC con la de su época, la de las prostitutas del Raval. El joven creador propone ahora poner al mismo nivel obras auténticas con objetos falsos para triturar un milenio y ofrecérselo en grandes hitos a los turistas, solapando épocas, formas y materiales.

Por su parte, Perdices (1971) y Sanz facilitan una nueva aproximación al Bosco -otra- en su aniversario con una pieza inmersiva de 75 minutos de duración para la sala C del Prado, diseccionando y fragmentando una de sus obras capitales, El Jardín de las Delicias, devolviéndola como un producto audiovisual de gran potencia. Aunque las imágenes, que se proyectan sobre las paredes y un gran cubo situado en el centro de la sala, se desplazan por estas superficies, el espectador nunca tiene una visión total de la pieza, lo que no quita para que descubra detalles que no podría apreciar enfrentándose al original.

En cuanto a este último punto, conviene destacar que Jardín Infinito (su título) no es una copia de la obra maestra del Bosco, sino una pieza autónoma, circuante, que el espectador enseguida asume como «un nuevo jardín» del que disfrutar tirándose al suelo. Ahora bien, se recomienda visitarla con un tiempo prudencial con respecto a la antológica que el museo dedica al holandés. Ya sabemos que se suele valorar más aquello sobre lo que cae el poso de la Historia que lo más inmediato. También en el arte.

Detalle de "Jardín Infinito", de Álvaro Perdices en el Museo del Prado
Detalle de «Jardín Infinito», de Álvaro Perdices en el Museo del Prado

Álvaro Perdices y Andrés Sanz. Jardín infinito. Museo del Prado. Madrid. Paseo del Prado, s/n. Patrocina:Fundación BBVA. Hasta el 2 de octubre. David Bestué. Sala 83. MNAC. Barcelona. Parque de Montjuïc, s/n. Hasta el mes de octubre

Texto ampliado del publicado en ABC Cultural el 16 de julio de 2016

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *