Archivo Arkhé: «Nos gusta mucho que este sea un fondo viajero»
Los coleccionistas colombianos Halim Badawi y Pedro Felipe Hinestrosa cuentan con uno de los fondos documentales de arte latino y cultura LGTBi más importantes del mundo, con sede desde este 2023 en Madrid
Fue una ‘abertura’, la del título de la revista colombiana «Ventana gay», publicada en 1978, la que, de alguna manera, dio pie a una de las dos patas de un ingente archivo documental latinoamericano que desde febrero recala en Madrid. Y se abrió porque en 2011, uno de sus impulsores, el investigador Halim Badawi, la necesitaba para una participación como comisario en una muestra del Museo Reina Sofía, y sobre la que no encontraba mucha información.
Eso le llevó, junto a su pareja y también coleccionista Pedro Felipe Hinestrosa, a comenzar a rastrear el material de archivo sobre la comunidad LGTBi en América Latina y la Península Ibérica que ahora alcanza las 50.000 entradas en el Archivo Arkhé, que junto a los 30.000 ítems de arte latino del fondo, conforma uno de los fondos más estimulantes de ambas materias en su naturaleza.
Desde un amplio local en Doctor Fourquet se organizan sus contenidos, que pronto podrán ser accesibles para investigadores, y que se van mostrando en forma de exposiciones temporales. La primera fue ‘Una Historia (no tan) rosa’, sobre la dimensión queer del conjunto. La segunda, inaugurada hace pocas semanas, ‘América. Breve Historia natural y política’ aborda la construcción del paisaje en el subcontinente con parte del material documental de sus propietarios. Con ellos conversamos sobre el presente y futuro de su proyecto.

—¿Cómo podríamos definir el Archivo Arkhé?
—El Archivo Arkhé es un proyecto que se dedica a la observación, la divulgación y al mantenimiento de dos fondos documentales: Un archivo de arte latinoamericano, que es el que en parte se despliega en la exposición actual en nuestra sala y cuyo fondo alcanza las 30.000 piezas. Sus puntos fuertes son la región andina y Colombia. Y, por otro lado, un archivo LGTBi, que se llama el Archivo Queer, que también es iberoamericano, porque tiene materiales muy especialmente de América Latina, España y Portugal y que debe tener unos 50.000 ítems, en un esfuerzo por reunir, por recuperar, los documentos que dan cuenta de la historia de la comunidad LGTBIQ en la región.
—¿Se originaron de forma paralela?
—El Archivo de Arte empezó con el interés de Halim por encontrar materiales para sus investigaciones sobre arte latinoamericano, particularmente el colombiano, y reparar que realmente no había espacios donde hubiera materiales de importancia de ese tipo de investigaciones, que tenían que hacerse encontrando documentos en la calle, en mercadillos, o pidiéndole a amigos si tenían tal o cual libro. Y el Archivo Queer tiene un origen similar, porque en el año 2011 invitan a Halim formar parte de la muestra del Museo Reina Sofía «A perder la forma humana».
Él quiso incluir en su participación las primeras revistas del movimiento gay en Colombia. Para ello acudió fundamentalmente a la Biblioteca del Banco de la República, y cuando en el archivo incluyes el término ‘homosexualidad’, lo que te lanza el sistema son 15 registros. quince registros de 3 millones. Son publicaciones que ni sabían que existían, ni pensaban que debían conservarse, y que seguramente se veían como pornografía. No había ni documentos, ni manifiestos: un gran vacío de cualquier vestigio de la historia del movimiento gay y homosexual.
—Entonces, ¿qué particularidades tiene la colección?
—El que visitará nuestra exposición inaugural en febrero, ‘Una historia (no tan) rosa’ se daría cuenta de que los materiales son muy efímeros. Materiales muy raros porque nacen en la clandestinidad, se reparten en la clandestinidad, se conservan en la clandestinidad, bajo los sentimientos de delito y vergüenza.
Y, al final, ¿quién lo guarda? Cuando mueren sus responsables, los herederos solían ser los grandes enemigos de estos conjuntos. No tienen conciencia de su importancia y los botan. O tienen la conciencia de que eso es horrible y hay que destruirlos. Cosas de «la tía loca» o «el tío maricón». De hecho, nos hemos encontrado con personajes de distintos países cuyas familias consideraban que eso formaba parte de la vida privada de sus familiares, pese a que el familiar de turno era gay públicamente. El nuestro es un archivo que tiene, ya no solo el primer, sino el segundo y hasta el tercer ejemplar de muchas revistas. Y de muchos países, no solamente Colombia, porque Colombia representa un 15 o 20% en el archivo. Digamos que hay un 80% restante de otros países como España, México, Brasil y Venezuela.
—¿Se ha desarrollado el movimiento homosexual de forma paralela en todo el continente?
—Pues a la hora de localizar los materiales, vimos que el problema se replicaba. El problema que teníamos en Colombia pasaba en todas partes. En todos los países. Solo en España había más conciencia y más tradición. Y si tú te vas a, por ejemplo, Filipinas, Indonesia o Sudáfrica, la cosa puede ser 50 veces peor. Es por eso que el archivo admite documentos de cualquier origen geográfico.

—¿Todo el material es papel?
—En absoluto. Es mayoritario, pero aquí entra un vestido, aquí entra una grabación. La realidad ‘queer’ es mucho más amplia y son también los trajes de coronación, los vestidos de las reinas. Bandas, trofeos… No solamente ‘flyers’ o revistas, que son muy importantes pero no lo único. La fotografía es importantísima. Nos interesa mucho la documentación fotográfica.
—¿Y quién está detrás del archivo? ¿Quiénes son Halim Badawi y Pedro Felipe Hinestrosa?
—Halim Badawi: Yo soy investigador de arte latinoamericano y colombiano. Vengo trabajando en estos temas desde el año 2004. Tengo varios libros publicados, exposiciones de autores que ahora forman parte del archivo. Sobre pintores viajeros, por ejemplo, trabajé bastante, sobre Humboldt, sobre otros artistas…
Digamos que yo vengo de una órbita académica, más cultural. No soy, digamos, coleccionista en el sentido clásico de la palabra, que es un hombre o una mujer ricos que repentinamente quiere llenar de firmas su casa. Y en tanto eso, creo que la colección tiene un perfil determinado, con menos firmas históricas y menos ‘pantalla’, y más cosas históricas concretas.
—Pedro Felipe Hinestrosa: Yo vengo de un ámbito totalmente contrario al de Halim, que además es mi marido. Yo soy abogado y especialista en derechos financieros. De hecho, sigo trabajando todavía con la banca colombiana. Y claro, mi interés por esto viene a partir de mi relación con Halim, que ya llevamos 15 años juntos. Aunque yo tenía ya interés en la Historia y en los documentos por mi familia, que tuvo un archivo histórico que al final vendimos íntegro en su día al Banco de la República Colombia. Ese era un archivo de mi historia, básicamente, porque mi abuelo era historiador, como lo había sido también su padre.
—Me están hablando de 80.000 entradas en su archivo. ¿Todo eso dónde está?
—Prácticamente todo esta ya en Madrid. En un depósito que tenemos en este mismo espacio donde se hacen las exposiciones.
—La pregunta sería ¿por qué Madrid? Porque ustedes son colombianos…
Somos de Colombia, aunque Felipe también es español. Pero está en Madrid por varias razones. Pero digamos que desde el año 2014 tenemos un vínculo con la ciudad bastante fuerte. Tenemos un apartamento aquí desde ese año. Veníamos con mucha frecuencia, cuatro veces al año, de vacaciones. Y el apartamento sirvió como almacenamiento de gran parte de las cosas que se compraban acá. Acá o en destinos como París, como Londres… Y en Colombia estaba la parte comprada allá. Pero con la pandemia nos cansamos, nos agotamos.
Sentíamos que no teníamos ninguna financiación pública o privada. Básicamente éramos ambos trabajando en este proyecto con nuestro esfuerzo personal. En Colombia tuvimos varios proyectos con el BTI, pero que siempre eran apoyados con algo de afuera. Yo trabajaba para una revista colombiana, ‘Arcadia’, que cerró en esa época. Hay algo importante y es que cuando tú armas un proyecto, una colección documental de esta naturaleza, no solamente se trata de ser su dueño, sino que nosotros entendimos que Arkhé no podía correr el peligro de inmovilizarse, de simplemente convertirse en una cantidad de material abandonado, sin visibilidad alguna.
—Por eso este espacio tuvo un antecesor en Bogotá.
—H. B.: Por eso es que abrimos un espacio en Bogotá. Esto no fue que nadie supiera qué era esto. Lo abrimos, hicimos también muestras. Y, a pesar del esfuerzo, la reacción no fue de apoyo, de acompañamiento, de nada. Y nos dimos cuenta que como ya un proyecto además más allá de las fronteras colombianas, de forma que una oportunidad interesante para que el proyecto volara, se salvara, subsistiera y avanzara era ponerlo en un lugar como Madrid, que sentimos como un cruce de caminos entre ambos continentes, América Latina y Europa. Asimismo pensamos que aquí podíamos cumplir una función crítica también, contando historias latinoamericanas en Europa, que fueran sobre arte, pero también sobre política, sobre lo ‘queer’.

—P. F. H.: En medio de todo esto, yo recibí la nacionalidad española por mi origen sefardí, de hecho, algo extraño porque el ancestro por el que la recibí, era un señor de 1492 que se llamaba Hernando de Ahumada, que fue de los primeros fundadores de la ciudad de la que yo soy originario que se llama San Juan de Pasto. Y Hernando de Ahumada era hermano de Santa Teresa de Ávila. El hermano mayor, con quien se cruzaba cartas desde América. Esa línea genealógica de don Hernando de Ahumada fue la que presenté al Estado Español, con el conocimiento de que era hermano de Santa Teresa de Ávila. Ella tenía un abuelo, por el que recibimos la nacionalidad española.
—¿Y qué ‘display’ es el que deciden utilizar en Madrid para que este archivo se conozca y se mueva?
—En principio pensamos montar cuatro muestras por año, de dos meses y medio a tres meses cada una, alternando los fondos del archivo queer, que fue la primera, y los de arte, como ocurre con esta segunda, ‘América, breve historia natural y política’. De forma que este año llevamos ya dos. En diciembre pensamos montar otra muestra sobre VIH-SIDA tanto en España como en México, Venezuela y Colombia durante los ochenta. Esa es la forma como pensamos socializar el archivo para la mayoría de la gente. Porque además estamos generando un centro de documentación. Se encuentra abajo y estamos catalogando, digitalizando los fondos.
El plan es que más o menos se pueda consultar desde febrero o marzo de 2024. Ya han venido algunos investigadores muy puntuales que han pedido cosas prestadas para muestras en Nueva York, en Bogotá, la misma Juan March de Madrid… Y otros, unos 12, que han querido consultarlo para sus investigaciones, lo que también sirve para, ¿cómo llamarlo?, socializar los contenidos, democratizarlos, que puedan verse como en un museo. Por otro lado, estamos también trabajando con Colombia varias cosas, como que las muestras de Madrid se puedan ver allí…
—¿Ahora sí?
—Ahora sí; curiosamente, ahora sí. Estamos en negociaciones con el Banco de la República de Colombia para que de ‘Una historia (no tan) rosa’ recale posiblemente allí el año siguiente. Y estamos hablando con investigadores en Argentina también para llevarla allá dentro de un año, a México… Lo que nos gusta mucho es que este sea un fondo viajero, que esté por todos lados, que pueda verse aquí, en Colombia, en México, en Chile… Lo que no pasaba estando desde Colombia. Digamos que lo de Colombia fue demasiado todo hacia adentro, como endogámico. Acá es más hacia afuera.
—¿Se aprendió de los errores de Colombia para no repetirlos en Madrid?
—Lo que estamos haciendo ahora es fruto de un aprendizaje largo allá. Llevamos ocho años aprendiendo. Pero sí es preciso decir algo: El archivo se defiende solo. O sea, realmente lo que hicimos en Colombia es muy en la línea de lo que hacemos aquí en España. Inauguramos muestras hasta paralelas, muy parecidas. Entonces, no ha habido una diferencia que es que aquí sí pudimos hacer la estrategia y allá no. Lo que pasa es que es distinto el efecto, la situación y el entendimiento. Allá no se entendió, allá se está entendiendo ahora.
—¿Reciben aquí algún tipo de ayuda pública?
Recibimos una ayuda del Ayuntamiento de Madrid a principios de este año para montar curadurías durante este año. Y con eso hemos cofinanciado la muestra pasada, su montaje, el de esta y el de la que viene. Y recibimos un apoyo de una fundación francesa privada llamada FFAI, que nos dio un apoyo para el traslado del archivo hasta acá.

—Y más interés por parte del público sí lo han notado.
—Estamos infinitamente agradecidos con este país. Sentimos que la gente ha sido bastante generosa y bastante cariñosa con nosotros acá. Y eso muchas veces puede ser como un aliciente mucho más fuerte que el dinero. Tenemos un recibimiento y una aceptación muy especial del campo de la cultura. Sí. Tenemos buenas relaciones con los museos, con la Fundación Pedro Zerolo, con la que estamos sacando un convenio. Con la cultura y con el activismo LGTBI. Exacto. Hemos tenido buena relación con la Asociación Pasaje Begoña de Torremolinos. Con la Fundación en torno a la Memoria Histórica. Fíjate cómo estamos forjando lentamente unas alianzas.
—Que están moviendo entre dos personas…
—Bueno, no sabemos ni cómo lo hacemos. Esto es un milagro.
—Que les está costando dinero. Como mínimo, el alquiler de este espacio.
—Tenemos un contrato de diez años con este lugar. Y los primeros alquileres se pudieron financiar con las ayudas. Pero sí: Todo cuesta, y cuesta mucho. Cuesta tenerlo, conservarlo, mostrarlo…
—No les pregunté aún por el nombre del archivo. ¿Qué significa?
‘Arkhé’ es una palabra griega que significa ‘germen’, ‘origen’, ‘principio’. De ahí vienen palabras como ‘archivo’, vienen palabras como arquitectura. Y el ‘arkhé’ es básicamente como un átomo que cuando estalla tiene todo el conocimiento, toda la sabiduría. Es el origen de todo.
—El Big Bang del conocimiento.
—Digo exactamente esa frase en un texto que hace Big Bang del conocimiento.
—¿Y por qué situarlo en Madrid, y, en Madrid, en Doctor Fouquet?
—Bueno, eso fue un tema que no pensamos mucho. Básicamente, por el vínculo con la ciudad, porque pensamos que es el sitio donde pensábamos vivir y donde hay un vínculo geográfico con todo. Y en la calle Doctor Fouquet… Buscamos en muchos lugares, Carabanchel, pero preferíamos estar cerca de un circuito ya sólido, consolidado, que está conformado por el Museo Reina Sofía como madre, Tabacalera, La Casa Encendida, y por 12 o 15 galerías. Eso da como un alimento… En Doctor Fouquet encontramos este local que era un gimnasio que llevaba siete años abandonado. Nos tocó intervenirlo, aunque dejamos cierto look de lo que fue en el pasado.

Texto publicado en la web de ABC Cultural el 13 de octubre de 2023