Balance del Barcelona Gallery Weekend 2023

Barcelona aprovecha el gol en propia meta que se marcó la capital

Desde su nueva atalaya en el calendario, Barcelona Gallery Weekend amenaza con hacerle sombra a Apertura. Este 2023 ganan en el golpe de efecto

A alguien debió de parecerle bien que los dos ‘gallery weekend’ más importantes de nuestro país (con el permiso de la Nit de l’Art de Palma, con 27 ediciones a sus espaldas desde este fin de semana) se solaparan este mes en el calendario. Saltaron las alarmas en la última edición de la feria ARCO, con iniciativas en ambos, cuando sendas propuestas comenzaron a publicitarse, tiempo suficiente desde febrero para que las asociaciones convocantes (ArteMadrid del lado de la capital, ArtBarcelonadesde Cataluña) intentaran alcanzar una solución que nunca llegó.

Madrid se escudó en que una ley no escrita sitúa la celebración de Apertura (que desde el auge del BGW se apellida también ‘Gallery Weekend’. ¿Casualidad?) en el segundo jueves de septiembre, sin que por ello haya, pues, que dejar nada por escrito. Como si del Día de la Madre se tratara. El caso es que este año, hasta a algunas de sus galerías se les hizo larga la espera (F2, Wecollet…) y una semana antes ya hacían ‘previews’ (que no ‘inauguraciones’, fuera a ser que se molestara el resto); por no hablar de los amantes del arte: algunos, despistados, se plantaban en sus locales aún cerrados con ganas de fiesta.

Barcelona, a la que le ha costado nueve años encontrar hueco en el calendario (el festival Art Nou, a comienzos de septiembre, con el que las galerías barcelonesas apostaban por el arte emergente, empujaba su ‘arranque’ de temporada a finales de septiembre), y condenada a coincidir con Valencia o Palma en ocasiones anteriores, parece haber encontrado su sitio, con el agravante de que tampoco cuenta con mucha maniobrabilidad, con dos puentes básicos en la Ciudad Condal: el de la Diada, antes, y el de la Mercé, después.

Arriba, una mujer contempla las obras de Patricia Dauder en ProjesteSD

Las consecuencias quizás no hayan sido tan evidentes para el visitante de a pie, aquel al que con la boca pequeña se dirigen ambas iniciativas, pero sí devastadoras para los profesionales del sector y los coleccionistas, verdadero caladero en el que ambas asociaciones quieren realmente –no nos engañemos– recalar.

Y en tiempos de redes sociales, con todo el derecho del mundo de cada cual a elegir dónde y con quién quiere estar, a algunos se les ha obligado a elegir entre querer más a papá o a mamá, y resultaba cuanto menos curioso comprobar que el director del principal museo estatal con sede en la capital o la directora de la feria de Madrid, por recordar dos nombres para nada baladíes, acompañaron a las galerías catalanas en el cocktail con el que agasajan a sus visitantes, la misma noche que las madrileñas hacían lo propio en el Museo del Prado (sic) bajo notables ausencias, incluso entre sus filas.

Pero que el brillo de la superficie no ensombrezca la cuestión de fondo. El BGW sigue siendo un proyecto interesante, cada vez más homogéneo en sus contenidos, sin embargo lejos todavía de la rotundidad de las propuestas de Madrid, donde nada sobra. Hablamos de 26 galerías (entre las que faltan nombres significativos de la ciudad, históricas como Miguel Marcos, de vanguardia como Senda –que participa desde la puerta de atrás con LAB 36, pero que deja fuera de la programación una estupenda exhibición de Robert Mapplethorpe; jóvenes como Alalimón, que cae este año, o Alzueta, que en Madrid sí que está en la programación…) frente a las 56 en ‘la meseta’, y todo lo que generan alrededor.

Pieza de Enric Farrés Durán en Bombon Projects

Y, sin embargo, cuentan con la mitad de presupuesto (unos 90.000 euros en Madrid versus a los 200.000 en Barcelona), que en la Ciudad Condal incide no solo en invitaciones, sino también en los honorarios de los comisarios y agentes del arte junto a los cuales se trabaja en la elaboración de itinerarios de autor (Sara Catalán, Zaida Trallero, Sabel Gavaldón, Gabriel Virgilio Luciani…), presentaciones o charlas para las galerías o en las galerías. No todo es fiesta en Barcelona. Y sí que todo gira en torno al arte: no es tiempo ahora ni para la literatura, ni para la danza, ni para el flamenco, ni para cuestiones que despisten, aunque los maledicentes de este lado crean que, contra la playa que se le ofrece al coleccionista, no se puede luchar.

¿Y qué dio de sí y que deja en la programación esta IX edición del BGW? Resulta absurdo intentar buscar hilos conductores ante tanta variedad, pero anoten algunos nombres fundamentales. Busquen a históricos como Anna Bella Geiger, en esta ocasión, junto a su pareja el cartógrafo Pedro Geiger, en Marlborough, y descubrirán de dónde le viene su pasión por el mapa. Sucumban a una nueva lección sobre fotografía (con aplicación de IA incluida, y por ello, de imágenes sin historia, versus a imágenes históricas devoradas por lo que no se ve) de Joan Fontcuberta en Àngels-Barcelona.

Habrá tiempo para reencontrarse con consagrados como Jordi Alcaraz (Mayoral), Dis Berlin (Sala Parés) o los grandes nombres de dos colectivas: la que inaugura el nuevo espacio de Carles Taché en Trafalgar ‘haciendo memoria’ (Campano, Tàpies, Tony Cragg…) o la que en Marc Domènech –¡por my pocos días! Aquí tienen claro que no tiene sentido alargar na cita expositiva una vez pasada su inauguración– desborda las posibilidades de la pintura monocroma (Sicilia, Ana Peters, Hernández Pijoan…).

Sobre estas líneas, obra de Joan Fontcuberta generada con IA en Àngels Barcelona

Si se quiere descubrir nombres y conocer los derroteros de la nueva plástica, este año L’Hospitalet no es tanto el sitio, aunque allí es grato reencontrarse con el diseño de Jaime Hayon (L21) o el tándem que hacen en Alegría Luis Bisbe y Alberto Peral,desmontando literalmente sus salas. Háganme caso: déjense seducir por la exigencia de darnos un respiro que demanda Teresa Estapé desde el talco en Chiquita Room, o la ‘biblioteca’ de vidrio no reciclable de Stella Rahola en Dilalica; en la poética de la repetición de Fito Conesa(House of Chappaz) o Martín Vitaliti (etHall), así como lo que se descubre en ‘lo no visible’, como bien condensan Enric Farrés Duran (Bombon) y Patricia Dauder (ProjecteSD).

Esta última hace también un ‘cameo’ en el repaso retrospectivo a Berta Cáccamo de Ana Mas Projects, de la misma manera queLola Lasurt reivindica a la ceramista Esther Guillén en Joan Prats. Y en lo conceptual y político se llevarán la palma Bouchra Khalili en ADN, Sandra Monterroso en Zielinsky y el Oriol Vilapuig de Rocío Santacruz. Hay donde elegir. Madrid puede volver a esperar.

Joyas funerarias de talco de Teresa Estapé en Chiquita Room

Texto publicado en ABC Cultural el 23 de septiembre de 2023

 

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