«Este ha sido todo un ejercicio de humildad. Mis fotos no son tan buenas como las que yo descubro en este archivo»
Para «La memoria traidora», el andaluz se sumergió en los fondos fotográficos de nuestra cabecera. El resultado incide en la idea de fracaso

Como en años anteriores, ABC Cultural se propone transformar su estand en ARCO en prolongación del estudio del artista invitado. Y, tras tres convocatorias con una propuesta coral, lo convertiremos en un solo project que, también por vez primera, dará pie a ver cómo trabaja un fotógrafo. El elegido es Fernando Bayona (Linares, 1980), que además conecta su espacio en la feria con el archivo fotográfico de ABC. Esa era la premisa inicial de La memoria traidora, su propuesta.
¿Qué supone para un fotógrafo cómo usted el haber entrado en un archivo centenario como el de ABC?
No es fácil contestar a esa pregunta. Primero de todo, supone una gran satisfacción personal porque yo concibo un archivo como algo muy íntimo. Tener acceso a sus imágenes significa que confían en ti, porque vas a acceder a un material, en muchos casos, muy delicado. Ha sido un acto de bondad por parte de ABC. Por otro lado, ha sido algo muy interesante porque yo había estudiado mucho la fotografía antigua, pero nunca había tenido la oportunidad de tocarla, de palparla. Sentir el origen de la foto en tus manos es maravilloso.

¿Qué es lo que encontró allí?
Cosas muy interesantes, vestigios de vidas… La idea de cómo iba a presentar la propuesta en el estand ha ido mutando según me adentraba en el conjunto. Al principio me interesaron las personas outsiders, esos frikis habituales de los circos ambulantes. Yo quería hablar sobre el «error humano», que es como se define a estos personajes a nivel genético. Lógicamente, las imágenes más interesantes eran las de finales del XIX y comienzos del XX. Este era un tema que yo ya había tocado en mi trabajo, pero constatar la existencia de estas fotos, no mis recreaciones, era muy emotivo. A partir de ahí, el proyecto derivó en otra cosa, pero siempre con la idea en la mente de que el ser humano repite sus errores continuamente, mientras este tipo de personas viven «el error» continuamente. Eso me llevó a pensar en los «errores históricos», en las guerras, y en las personas que también tienen que vivir esos errores, los refugiados que abandonan sus casas, los desplazados por las guerras…
El proyecto se titula «La memoria traidora», con un doble juego con esta palabra: la memoria que traiciona, y la que «trae», la que devuelve cosas.
Yo creo que es un buen título. Tú pones el acento en el adjetivo, yo en el del sustantivo. A priori, lo que me interesaba era subrayar cómo, a pesar de la memoria, el ser humano repite constantemente los mismos errores; la Historia siempre es pendular. Y un periódico no deja de ser la constatación diaria de esos errores. Con un ejemplar en las manos, si pudiéramos obviar los textos y mirar a través de las páginas, lo que tendríamos sería un batiburrillo de imágenes superpuestas, que, en el fondo, son una metáfora de cómo funciona nuestra mente, que acumula, pero no de forma ordenada como un archivo, sino sin jerarquías, sin que a veces sepamos que recuerdo es anterior a otro.
Entonces pensé: «¿Por qué no superponer yo también un conjunto de imágenes extraídas del archivo con parámetros científicos? Los resultados dan pie a una imagen desvaida, que, sobre una superficie blanca, no son sino una sucesión de siluetas. Para acotar el volumen ingente de fotografías del archivo de ABC, lo limité todo a siete hitos históricos (siete también por lo mágico que rodea a esta cifra) del siglo XX y del XXI, puesto que además incluyo la guerra de Siria por proximidad temporal; siete hitos que remiten a esas vidas, a esas personas que me interesan. Los hastags que empleamos en la actualidad para etiquetar nuestras imágenes, a modo de modernas palabras clave que se usan en los archivos digitalizados como el de ABC, me sirven para relacionar esos hitos históricos entre sí, porque cuando consultas imágenes asociadas a los mismos, compruebas cómo se suelen repetir los mismos conceptos: #violencia, #muerte, #explosión, #destrucción, #fuego… Si tú te metes en Google, otro motor de búsqueda, compruebas enseguida que son palabras muy contemporáneas.

Sin embargo, como en años anteriores, el círculo se cierra en el propio estand del periódico en ARCO, donde seguirá trabajando.
En la idea de subrayar que estos errores nos acompañan siempre, en el estand tomaremos «la última imagen» de la secuencia, haremos retratos de personas que han sufrido desplazamientos de su lugar de origen por conflictos bélicos, por avaricia humana, por segregación o discriminación…
¿Repasamos esos acontecimientos históricos seleccionados?
Me interesaban acontecimientos que hubieran modificado la percepción del mundo. La I Guerra Mundial supuso una masacre hasta entonces nunca vista. También la IIGM, en la que el empuje de la tecnología es más evidente. La Guerra Civil Española era obligatoria, sobre todo, porque marca el rumbo de un periódico como ABC que de repente pasa a tener una edición para el bando nacional y otra para el republicano. El colectivo gay es fundamental en mi trabajo y por eso está presente la aparición del VIH. La Caída del Muro de Berlín es el penúltimo bastión de las luchas de bloques. La llegada del hombre a la luna… Cada uno de estos acontecimientos quedará ilustrado en el estand con una fotografía original del archivo del periódico. Voy a jugar con la escala microscópica de una foto del virus del sida con una de las primeras que se tomaron de la superficie de la luna, cuya placa de petri es la oscuridad del universo. Un virus como algo minúsculo dentro del cuerpo del ser humano, y el cuerpo del ser humano como algo minúsculo cuando está en el universo. También el 11-S y la Guerra de Siria, tan cerca.
Regresemos a ese interés por la memoria…
Es que el ser humano es un ser sin memoria. Y por eso las imágenes que yo he generado son desvaídas, blancas, casi un ejercicio de minimalismo, en las que solo se verán pequeñas siluetas superpuestas. Nuestros recuerdos funcionan también por acumulación, por flashes que nos llevan de una cosa a otra… Por eso me interesa el título del proyecto. No tenemos memoria: Por eso la fotografía del archivo de ABC de la Guerra Civil es de un grupo de refugiados españoles huyendo del Madrid de los bombardeos. Es una manera de recordar, ahora que ascienden determinadas ideologías de determinados grupos políticos, que nosotros fuimos emigrantes también. Y que nuestra Historia siempre ha sido así: piensa en el descubrimiento de América y todos los que se fueron para allá. Nuestra posición de confort, de «poder» actual, hace que olvidemos lo que sufren otros al otro lado del Mediterráneo. Y que no sólo te tienes que desplazar por una guerra. A veces, como con la última crisis, se ha hecho porque aquí no hay trabajo, no hay dinero, y hay que buscar todo eso en el extranjero.

Aprovecho para recordar cómo uno de sus primeros tanteos con el Archivo de ABC fue la búsqueda de errores fotográficos, y que el director del mismo se sorprendía porque un archivo no guarda «errores» o «descartes».
Quizás era una idea fácil, interesado como estoy por el error humano, buscar errores en los documentos fotográficos. Quizás en otro archivo, no periodístico, sí que cabía este tipo de desfase, porque guarda todo el material, pero en el de un periódico solo se conserva el que se pueda utilizar o reutilizar para ilustrar una noticia. Eso no quita para que te vayas topando con realidades que son como «otros errores» maravillosos: placas de vidrio en las que los haluros de plata han reaccionado y se convierten en positivos; la rotura de algunos negativos; cómo afectan los líquidos a las imágenes si no se han revelado bien porque las imágenes no se han fijado; o las partes que los ilustradores ocultaban para resaltar otras cosas. No son errores, pero en su día sí se vieron como cosas que molestaban. Finalmente, fui más al concepto «error» que a sus manifestaciones.
Decíamos que el proyecto se completa en el estand. ¿Qué supondrá para usted trabajar cara al público?
Cada propuesta se presentará como un tríptico. La situada a la izquierda de cada conjunto es una foto original tomada del archivo de ABC que representa cada uno de los hitos históricos seleccionados. La del centro, vertical, mucho más grande, es la que nace de superponer más de cien imágenes bajo el mismo hastag vinculado a la foto antigua que yo recupero del archivo. Por último, a la derecha, la fotografía que se tome en el estand, será el retrato, bien de frente, bien de espaldas, de alguien que representa de algún modo la primera imagen y las cien superpuestas de la obra previa, porque serán personas que han tenido que desplazarse desde sus países de origen a España por conflictos bélicos, por su orientación sexual… Me parece incluso un acto performantico que el espectador, cuando vaya a la feria, se pueda encontrar cara a cara con gente que sufre las consecuencias de lo plasmando en las imágenes.
Esos retratos darán para más…
Sí, porque, siguiendo además con el juego de la superposición, el último día se presentará una última imagen con los rostros de todos aquellos que, cumpliendo los requisitos, se animen a ser fotografiados en el estand. He hecho un llamamiento por redes sociales y son muchos los que se han animado ya a venir. Esta forma de trabajar no deja de ser como traerse un fragmento del estudio del fotógrafo al espacio expositivo. Muchas veces los espectadores de una obra no saben cómo se gesta un proyecto. A mí siempre me ha interesado enseñar cómo una idea toma forma, como evoluciona y como se transforma en un producto comercial. Es parte de los talleres que yo imparto y lo que yo ahora llevaré allí.

En entrevistas anteriores recuerdo que siempre ha incidido en ese deseo de que se conozcan las «tripas» de su proceso.
Así es. Para mí, trabajar en el estand no es una sobreexposición. Y estoy acostumbrado a trabajar con muchos modelos, con grandes equipos. Mis fotos son muy corales, muy preparadas, muy pensadas. Lo único, que ahora se amplía el público. Cien mil personas pasaron por ARCO en 2018.
Es una cifra considerable.
Lo bueno es que cuando yo estoy trabajando me abstraigo mucho. Estas cosas siempre disturban más all modelo que a mí.
¿Surgieron muchos proyectos hasta que dio con el proyecto?
Así es. El archivo da muchas posibilidades, algunas mucho más efectistas de lo que finalmente se va a mostrar. Al final he optado por hacer algo más vinculado a la fuente original y más cercano a algo que no he hecho nunca: partir de fotos de otros para generar una obra propia. Ha sido, de hecho, un ejercicio de humildad, porque mis fotos no son tan buenas como las que yo descubro en ese archivo. ¡He dado con originales tan poderosos! He podido revisar unos 25.000 originales sin exagerar. Yo he rescatado muchas de las mejores para dar pie a imágenes nuevas. Visibilizo algo escondido, que seguirá escondido. Por el tipo de fotografía que cultivo, habrá quien espere de mí algo muy efectista. Pero de cuatro años a esta parte sí que noto que estoy puliendo el trabajo, incidiendo en el concepto más que en lo estético. Noto que, cerca de los 40, empiezo a retomar cuestiones que había dejado aparcadas porque me intersaba más ser reconocido por cierto estilo. Ahora quiero centrarme más no en unas formas, sino en unos contenidos. Lo que era también necesario porque era el juego que tú me proponías como comisario: focalizar en el archivo.

Respóndale al que le busque en sus obras: ¿Por qué esto sigue siendo Fernando Bayona?
Siempre hablo de lo mismo, me agarro a los mismos conceptos. Siempre me estoy refiriendo a la violencia, de forma más visceral, a veces más sutil, como en la serie anterior de los campos de concentración. Ahora bien: ya no le tengo miedo a cambiar estilísticamente. Lo único necesario en un artista es que sea fiel a sus temas de investigación. Creo, de hecho, que esta es mi serie «más violenta» de todas.
¿Es éste un proyecto cerrado?
Así es. Pero me está dando muchas ideas, que están surgiendo en el camino y que posiblemente pueda retomar. Me gustaría cortar con láser algunos de los papeles, generar algo instalativo con ellos… Este tipo de proyectos son en los que creo que tienes que arriesgar, porque tienes más agentes con los que dialogar: el comisario, el director del archivo, los patrocinadores… Mis orígenes son de escultor, yo no me formé como fotógrafo, por eso me está picando el gusanillo de componer algo más tridimensional con las imágenes. Ayer me planteaba: «¿Y si genero una alambrada resultado de cortar con láser las imágenes?». Estas ya son de por sí muy potentes y podrían ser un estupendo «material» de construcción.

¿Qué espera de los cinco días de ARCO?
Va a ser una seman intensa. Yo voy a ser de los que entren de los primeros, el mismo lunes, y no me voy a ir hasta el domingo, cuando empaquete todo. Estoy intentando no esperar nada. No quiero desilusionarme, pero estoy seguro de que esto va a ser un antes y un después en mi producción.
Y después, ¿qué?
Acabo de fichar por la galería Almanaque de México. Me tentaron cuando estuve en agosto en Zona MACO Foto, tanto esta firma como otra más grande, pero me decidí por la pequeña porque vi que de verdad quería comerse el mundo y apostar por sus artistas. Creo que no me he equivocado. Y ya me están saliendo cosas con ellos. Voy a viajar a la feria de Buenos Aires de su mano; me llevan también a Photo London. He fichado por una fundación judía en México que me ha seleccionado para una exposición inmensa y que me va a permitir conocer muchos otros campos de concentración, lo que dará de sí un proyecto entre lo artístico y lo social. En septiembre expongo con la galería en México… Tengo tantas propuestas para este año que voy a tener que rechazar cosas.

Texto ampliado del publicado en ABC Cultural el 23 de febrero de 2019. Nº 1.665