Fuentesal/Arenillas y Manuel Barbadillo en el CAAC

El espacio que lleva de Barbadillo a Fuentesal/ Arenillas

Las dos últimas apuestas de CAAC en Sevilla cuentan con más puntos en común de los aparentes, a pesar de las distancias en los planteamientos y la edad de sus protagonistas

‘Imaginaria’, instalación de Fuentesal & Arenillas en el CAAC

Las dos últimas inauguraciones del sevillano CAAC llevan a coincidir en sus estancias dos nombres propios (un autor y un colectivo) que en principio, poco parecería que tuvieran en común. De un lado, Manuel Barbadillo, un ‘histórico’; pieza clave en el arte computacional, con el que quizás la nota de prensa se pasa de frenada al definirlo como pionero en el empleo de la inteligencia artificial, pero al que sí que hay que reconocerle su papel fundamental en el Centro de Cálculo de la Complutense y su lugar en el desarrollo de la abstracción geométrica en España. Y aún así, ha costado hasta ahora ver su obra reunida de una forma ordenada. La exposición del CAAC enmienda la cuestión.

Del otro lado estarían los Fuentesal/Arenillas (Julia Fuentesal y Pablo M. Arenillas), muy posiblemente los creadores más jóvenes a los que ha dado cabida esta institución de forma tan amplia. Ellos ocupan todo el Claustrón Este del centro. Y podrían haber ocupado más ámbitos, expansivos como son trabajando (con ellos coincidí recientemente en la Academia de España en Roma –de hecho, muchas de las piezas que se exponen en Sevilla han sido producidas allí, y allí eran/son continuamente apercibidos por conquistar espacios que superan los de su propio taller).

Como les decía, la exposición del primero, ‘Arte combinatoria’, comisariada por Pepe Yñiguez, y la de los segundos, ‘La danza mudanza’ bajo la batuta de Beatriz Espejo, de hecho, sin ‘parecerse’, pueden recorrerse casi en una línea, continuándose la una a la otra. Pero es precisamente su sentido de lo espacial lo que las unifica: En el caso del sevillano (1929-2003) porque, desde el arte computacional y la pintura buscó un ‘espacio’ inabarcable e infinito, mental. En el de la onubense y el gaditano, porque ambos se ocupan de analizar el espacio que le corresponde, y el que ocupa o es capaz de ocupar la escultura. Los opuestos se atraen y suman.

«Flecha» (1967), de Manuel Barbadillo

De formación autodidacta, los primeros pasos de Barbadillo por el arte fueron, tras estudiar derecho, en Marruecos, donde aún se ve atraído por el paisajismo, y, sobre todo, en EE.UU., donde vivió tres años y donde cultiva una pintura que, aunque todavía matérica, ya reproduce un gusto por las seriaciones.

Con algunos ejemplos arranca la muestra del CAAC, que pronto dedica una sección al ‘módulo’, la unidad de medida de su producción una vez entienda la conexión entre sus intereses y los de la cibernética, y la posibilidad de adoptar para la pintura una actitud binaria pero infinita (que reduce elementos formales en los resultados, formas, colores, desarrollando, sin embargo, combinaciones con múltiples posibilidades desde lo mínimo: un módulo cuadrado con cuatro posiciones y otras tantas en su versión ‘en negativo’). Que en esta sección de la muestra confluyan muchos formatos pequeños es síntoma de que el pintor caló bien en la época (para J. A. Aguirre fue el máximo exponente de una abstracción geométrica que le hacía la guerra al Informalismo imperante de El Paso) y que fueron muchos sus compradores.

El cénit de su carrera se concentra en la sección dedicada a su paso por el Centro de Cálculo (1968-1979), para el que parecía predestinado, y donde fue el autor que más partido le sacó a la máquina, aunque la abandonaría pronto dada «su lentitud». No será hasta la aparición del ordenador personal que la retomaría, penúltima área de la cita (1979-1984), a la que se llega tras abordar su gran labor como dibujante y otras propuestas (el trabajo del metacrilato, colaboraciones con la casa Bidasoa en forma de vajilla o una vidriera para la Delegación de Hacienda en Málaga), que resumen su deseo de acercar el arte accesible a todos los públicos.

Composición de Manuel Barbadillo

La última etapa (1984-2003) es aquella en la que su figura se ensombrece ante el empuje de la figuración. Aún así, él fue fiel a sus tesis, que, en estos años, no obstante, se vuelven más orgánicas, renuncian a la línea recta y tienden en algunos casos a recopilar estrategias anteriores.

En su cita, Fuentesal/Arenillas invitan a cuestionarse lo que es la escultura, de forma también muy orgánica, a veces, como si de un juego para el espectador se tratara, homenaje en todo momento al oficio. Apuesta la comisaria por no convertir las estancias del claustro (algunas son deliciosas capillas tras el paso de estos autores) en capítulos de una historia cronológica y mezclar las diferentes series: ‘Familia’, en las que la caja que contiene la escultura se transforma en obra en sí; las ‘Viñas’, telares estirados en los que un dedo patrón da pie a escalas corporales monumentales; los ‘Aparejos’, en los que se otorga segunda vida a materiales de otras piezas y se evidencia su fragilidad y transportabilidad; las ‘Trazas’, prolongaciones ahora inertes y colgadas del muro de los brazos; las ‘danzas mudanzas’ del título –en relación al flamenco y la oralidad–, que llevado a la escultura permite hablar de equilibrios, de ‘cuidados’ (están construidos con las venda de escayolas)…

Arriba, obras de las series ‘La traza del vínculo’ y ‘Familia’

Y sobre todo sus ‘acumulaciones’: aquello que se apoya en el estudio, incluido las partes que conforman el suelo del mismo, con sus marcas, con sus restos de haber sido vivido, ¿por qué no puede entenderse como una escultura? ‘Imaginaria’ recorriendo la expo de un lado a otro, es un ejemplo imponente’; aquello que se monta y se desmonta, que mueve sus piezas, ¿es también una escultura?…

Y si la comisaria puede hacer este ejercicio, les decía, es porque los artistas juegan con ventaja: no ofrecen una visión ‘global’ de su ‘trayectoria’, si no que ponen en valor los últimísimos años. Así es fácil que todo cuadre, pero también, hacerle el servicio a la galería en el museo. Salen airosos, y su imponencia lleva a preguntarse a dónde llegarán unos artistas con un paso tan decidido siendo tan jóvenes. Hay espacio para descubrirlo.

«La vista de los dedos», del colectivo andaluz
Manuel Barbadillo. ‘Arte combinatoria’. Comisario: Pepe Yñiguez. Hasta el 8 de octubre. Sevilla. Avda. Américo Vespucio, 2
Fuentesal/Arenillas. ‘La danza mudanza’. Comisaria: Beatriz Espejo. Hasta el 22 de octubre. CAAC. Sevilla. Avda. Américo Vespucio, 2

Texto publicado en ABC Cultural el 27 de mayo de 2023

 

 

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