«Arrojo una sombra de duda sobre cómo percibimos las imágenes y, con ello, la realidad»
Desacraliza la obra de arte y la lleva a contextos que no le son propios (como espacios abandonados) cuestionando así el poder icónico de la imagen. Una labor que empieza a ser reconocida por galerías y centros de arte. Julio Anaya da ya que hablar

Nombre completo: Julio Anaya Cabanding. Lugar y fecha de nacimiento: Málaga, 20 de julio de 1987. Residencia actual: Málaga. Formación: Grado en Bellas Artes. Ocupación actual: Artista.
Qué le interesa. Comencé mi proyecto interviniendo espacios abandonados, inhóspitos y decadentes, habituales del mundo del grafiti. En ellos representaba en trampantojo cuadros considerados iconos de la Historia del Arte, llevando a cabo así un ejercicio de desacralización, sacando la obra de arte del museo para resituarlas en otros lugares. Lugares desprovistos de los atributos del museo como son la protección, conservación y perpetuación de la obra de arte, para de este modo generar nuevos sentidos.
En un momento determinado, comienzo a usar objetos que encuentro en estos espacios (tablas de madera, trozos de pladur y, sobre todo, cartones) para intervenirlos directamente. Me atraen su aspecto y el carácter innoble del material que, una vez intervenido, genera una suerte de ambivalencia dónde la imagen de lo representado se ve interferida por las texturas, arrugas e imperfecciones de estos soportes residuales.
En última instancia, me interesa el diálogo que se genera entre la obra y el espectador. Sumir su mirada en un juego de apariencias, un simulacro, a través del artificio del ‘trompe´loeil’, un artilugio de la persuasión, donde tratar de engañarla para así arrojar una sombra de duda sobre cómo percibimos las imágenes y, en definitiva, la realidad.

De dónde viene. Me siento un privilegiado porque he expuesto en muchos lugares: Nueva York, Hong Kong, Tokyo, Madrid, París, Londres, Milán, Montreal, Los Ángeles o Miami. Además de ferias como Art Basel o Art021. Pero si tengo que nombrar algún proyecto, destacaría los grandes que tuve la suerte de recibir en los comienzos de mi trayectoria.
Comenzaría con una beca de residencia en Chemnitz, Alemania. La propuesta se titulaba ‘Insitut Potemkin’ y estaba organizada por Begehungen. Se realizó en un edificio neoclásico que llevaba 20 años abandonado.
Más tarde, ‘Museo de Málaga’ fue un proyecto que realicé junto a Rafael Jiménez en Casa Sostoa, en Málaga, comisariado por Pedro Alarcón. En él, Rafael y yo rescatábamos de la memoria de Pedro las obras que lo habían fascinado en su niñez cuando visitaba el antiguo Museo de de Bellas Artes, el Palacio de Buenavista (actual Museo Picasso), de la mano de su madre.
Por último, ‘Paisaje, entorno y contexto’ fue un comisariado de Juan Francisco Rueda para Genalguacil Pueblo Museo. En él representaba en trampantojo un cuadro de Jenaro Pérez Villaalmil, pintor romántico español, una obra titulada ‘Vistas del castillo de Gaucín’, que se encuentra en el Museo del Prado. El lugar dónde realicé la intervención situaba al espectador en un punto donde contemplar la representación y lo representado, dado que desde el mirador de Genalguacil se atisban las torres de dicho castillo.

Supo que se dedicaría al arte… cuando entré en la universidad de Bellas Artes. A la edad de 6 años, mis padres me apuntaron a una academia donde me enseñaron dibujo academicista y donde estuve hasta los 12. Dibujé y pinté en la adolescencia, pero nunca me planteé hacer eso en el futuro. Dejé el bachillerato de ciencias sociales porque no me interesaba en absoluto y, al cabo de un tiempo, descubrí el bachillerato artístico, que no había en mi pueblo. Una vez terminado, entre en Bellas Artes ya con la determinación de dedicarme a eso.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? Una vez participé en un concurso de carteles de un pueblo donde había que resaltar la figura del nabo (verdura). Envié el cuadro y nunca regresó. No me llevé nada. Otra vez, en un concurso de pintura rápida malvendí un cuadro por 20 euros. Lo compró el dueño del restaurante que representaba. Necesitaba dinero para gasolina. Otra vez un chico me pidió que pintara las fotos de comunión de sus hijos. Cuando lo hice y le dije el precio le pareció caro y no quiso comprarlos. No le devolví las fotos.

Su yo «virtual». Tengo Instagram y Facebook. Sólo utilizo la primera. Me parece una herramienta fantástica si la usas como medio para dar visibilidad a tu trabajo y para contactar con otros usuarios. Le doy un empleo profesional casi exclusivamente. De hecho, le otorgo más valor y le pongo más atención que a mi página web. Intento subir fotografías de calidad y tener un ‘feed’ limpio y ordenado para que sirva de portfolio. Además, es la plataforma que utilizo para conocer artistas y su obra y proyectos de galerías o instituciones. Lo uso mucho. Otra plataforma a la que le doy mucho uso es Youtube. Casi siempre hay algo puesto mientras estoy en el estudio: música, conferencias o algún documental.
Dónde está cuando no hace arte. Sólo produzco. Tengo una agenda bastante apretada y es costumbre terminar los proyectos a poco tiempo, a veces horas e incluso minutos, de las recogidas.

Le gustará si conoce a… Desde que conocí sus obras mientras estudiaba, siempre amé el trabajo de Jesús Zurita, Santiago Ydáñez, Paco Pomet y Rubén Guerrero. E internacionales me gustaban mucho Adrian Ghenie, Justin Mortimer, Neo Rauch y Gerhard Richter. Antes de entrar a estudiar la carrera era un entusiasmado de la escultura clásica, el Renacimiento, el Barroco, destacando la figura de Velázquez y posteriormente Sorolla.
Artistas de mi generación, destacaría a Vanessa Morata, Imon Boy, Miguel Scheroff, Ricardo León, Isabel Rosado, Paloma de la Cruz y Rafael Jiménez.
Qué se trae ahora entre manos. Ahora estoy produciendo para mi próxima exposición individual en Madrid, en la galería Yusto Giner, y en una pieza que expondré en ARCO con la galería ADNde Barcelona.

¿Cuál es su proyecto favorito hasta la fecha? Fue una beca de residencia en Quemnitz, Alemania, en 2017. Fue el primer gran proyecto que recibí. Nunca había sido seleccionado, ni había ganado nada, pese a que lo había intentado mucho. La beca duró cinco semanas y te lo daban todo: Te pagaban el vuelo, materiales, hospedaje y honorarios aparte. Fue la primera vez en la que me sentí verdaderamente artista. Ayudaba tanto la confianza que te daban para la realización del proyecto el incentivo económico y la distancia, literal y figuradamente. El verte lejos de casa, de las dinámicas e inercias habituales, me hizo ver las cosas desde otro punto de vista.

¿Por qué tenemos que confiar en él? Dado que represento obras de arte que ‘no’ son nuevas, podría ser contradictorio decir que aporto algo, pero sí: espero aportar algo. Entiendo que mi trabajo hace uso de una imagen reconocible, pero el resultado o el sentido del mismo viene dado por el modo en el que se presenta. Quiero pensar que mi obra es pertinente e invita a la reflexión. Entiendo la obra de arte como un artefacto que apunta al espectador con el objetivo de desconcertarlo, de sacudir su conciencia. Esas son las obras que busco y las que me interesan, y pretendo que mi labor genere eso en el espectador. ¿Por qué confiar en mí? Soy una persona que ama lo que hace, intento ser honesto conmigo mismo y trato de poner toda la ilusión, entusiasmo y energía posible en aquello que tengo entre las manos. Sinceramente, creo que son atributos suficientes como para confiar en alguien.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Me veo muy ocupado. Si todo va bien y no ocurre nada inesperado, el año que viene tengo programadas tres exposiciones individuales: Madrid, Nueva York y Tokyo. Además de ferias como ARCO, Art Basel Hong Kong y Art Basel Miami, entre otras. Y una posible colaboración con el Louvre Lens, subsede del Louvre de París.

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? Cedería el testigo a Vanessa Palomo Morata. Es mi pareja y, más allá de nuestra relación, considero que tiene una obra excelente y está comenzando a recibir proyectos muy interesantes. De seguro que ‘dará que hablar’.

Defínase en un trazo.
Texto publicado en la web de ABC Cultural el 21 de noviembre de 2022