La Carta Blanca de García-Alix para PHotoEspaña

 Carta blanca, tinta negra

El festival PHotoEspaña está de aniversario y lo celebra otorgándole al fotógrafo Alberto García-Alix una carta blanca que él ha traducido a seis exposiciones en tres sedes diferentes. Una manera de retratarse a sí mismo a través de los creadores que más le influyen y le han influido

Alberto García Alix, visto por Ignacio Gil

Se cumplen veinte ediciones de PHotoEspaña (la última de María García Yelo en la dirección). Que no veinte años. Eso pasará en 2018. Por esta razón la edición del festival que arrancó a comienzos de junio y la que le suceda en doce meses han sido pensadas sin temática, ni comisario estrella, volcadas ambas en la celebración de lo fotográfico.


Sin embargo, ni la una ni la otra se quedarán sin padrino, sin un gran nombre. Es lo que los responsables del festival han denominado «Carta blanca»: un proyecto de cierta envergadura de alguien que ya de por sí sea Historia viva de PHotoEspaña y con la que soplar las velas de una manera especial. Este año, esa misión recae sobre Alberto García-Alix. El próximo, se barajan nombres, pero se quiere que el fotógrafo de relumbrón lo sea de la escena internacional

García-Alix (León, 1956) es perro viejo. Una buena elección que PHotoEspaña sabía que le iba a lucir y que no iba a dejar a nadie indiferente. Este Premio Nacional de Fotografía (1999) ha titulado su propuesta La exaltación del ser, con alusiones a lo sublime y lo heterodoxo en su propuesta. En realidad, seis exposiciones individuales (más un laboratorio de creación editorial, pero solo para profesionales), seis proyectos individuales en tres sedes con los que, sin estar presente como artista (esto es, sin exponer como autor: tiempo para esto hay en otras citas del festival, como la individual que le ha preparado su galería, la de Juana de Aizpuru, o el salto que su obra hace a Argentina), García-Alix «se expone». Porque a través de los artistas seleccionados (curiosamente ninguno español, aunque podían haber sido siete, pero problemas «logísticos» dejaron fuera de la selección a David Nebreda), el fotógrafo metido a comisario se retrata. Sin dejar rastro.

Obra de Antoine d’Agata en el Círculo de Bellas Artes

Justamente, su interés por el retrato enciende el primer nombre del panel, el de Antoine d’Agata (Marsella, 1961), y nos lleva a la primera sede de la propuesta, el Círculo de Bellas Artes. Corpus es la historia de su autor, cargando las tintas en lo biográfico pero también en el reflejo en el otro, en una especie de línea temporal que es a su vez un esfuerzo como el de Sísifo de alguien que se levanta y no deja de caer (en las drogras, en el sexo, en la depresión). Lo mejor de esta propuesta, más allá de su crudeza, es su montaje. Su comisaria (Alix ha tirado de muletas en algunas muestras), Fannie Escoulen, no ha querido repetir la mirada instalativa de la reciente retrospectiva de este autor en París, para esta, la quizás mayor antológica de su trabajo. Sin embargo, esa línea que guía al espectador distribuye las imágenes entre textos del artista (d’Agata es un gran escritor) y material audiovisual donde se le da la voz a la mujer, protagonista secundario de este guion vital excesivo. Una delicia, aunque se regodee en el dolor.

Fotocollage de Pierre Molinier en la Sala Minerva

Si bajamos a las catacumbas de la Sala Minerva, más sexo. Pierre Molinier (1900-1976) la convierte en un fantástico gabinete en Ce fut un homme sans moralité, con la colaboración inestimable de la galería Kamel Mennour de París, que cede casi todos los fondos. Aquí se deposita la mirada voyeurística de Alix, que obliga al espectador a convertirse en otro voyeur en un montaje simple pero efectivo: imágenes del desdoblamiento de Molinier, de su travestismo, de esa «inmoralidad» del título, a la altura de sus ojos; o a la de su sexo. En ese caso, tiene unas sillas (que tendrían que haber sido reclinatorios) para continuar con el contacto visual. Dicen que Molinier mandaba estas fotografías eróticas y fotocollages –un canto al hedonismo– a sus amigos por carta. De ahí el tamaño de los originales. También dicen muchas cosas de su esperma…

Obra de Nozolino del Círculo de Bellas Artes

Todo maestro hace un borrón, y el del responsable de esta Carta Blanca es Paulo Nozolino (Lisboa, 1955). La tesis de Loaded Shine funciona bien sobre el papel («No confío en las palabras –dice su autor–. Si acaso en el término “no”, que los gobiernos no pueden manipular. Y en este mundo sin palabra, sin honor, controvertido, solo creo en algunas imágenes, las que son como flashes que nos aclaran en la atmósfera pesada que cae sobre nuestras cabezas»). El resultado, una nueva línea de 20 imágenes tendentes a la verticalidad, perfectas (la calidad técnica es el cordón umbirical que le une con Alix; también el blanco y negro), en penumbra (¿qué sentido tiene que casi no se aprecien?), pequeños detalles sistematizados en plena era de Instagram. Solo una cuchara en una mesa de perspectiva imposible nos saca allí, quizás, de tanto ensimismamiento.

Cafe Lehmitz, de Peter Anders, en CentroCentro

En CentroCentro, el compromiso social de Alix; su empatía con el hampa, por un lado, y con el excluido, por el otro. De lo primero se encarga la reconstrucción que Nicolás Combarro hace de un libro capital de la Historia de la fotografía: el Café Lehmitz, ópera prima de Anders Petersen (Suecia, 1944). Si bien la muestra peca de excesiva en su escenografía (los contactos se muestran forrando la primera sala; la segunda dispone las imágenes, hasta 250 –se suelen repetir hasta la saciedad 70, luego mucho nuevo por estos pagos–, de forma desordenada, como líneas de fuga que remiten a los retratos canónicos de aquellos personajes, prostitutas y clientes de este mítico bar de Hamburgo en el que el sueco trabajó dos años, y de los que se reconstruye sus historias personales en un audiovisual (el otro es un anticipo de la nueva edición del libro, que verá la luz el próximo mes). Dice su comisario (que además prepara otro documental sobre García-Alix) que es un guiño a la primera muestra que se hizo de la serie en el café, con las fotos colgadas con pinzas y que podía llevarse el que se reconocía en ellas. El resultado ahora podría invitar a un consumo demasiado rápido de las mismas. Sin embargo, a Alix se le quiebra la voz presentando a su autor. Sentimiento en estado puro.

Teresa Margolles con la s transexuales de Ciudad Juárez en CentroCentro

Hay que atravesar toda esta muestra para llegar a la de Teresa Margolles (Culiacán, 1963), la titulada Pistas de baile, metáfora de la invisibilidad de la mujer en Latinoamérica, que llega a marginación y muerte si además se habla de transexuales. Se quejaba la mexicana del espacio que le ha correspondido para disponer las piezas. Quizás el problema no sea el mucho o poco del que dispone (las dimensiones de las fotografías son considerables), sino todo lo que esta ha querido contar a la vez. De hecho, el proyecto cambió violentamente de filosofía con el asesinato de una de las modelos de la mexicana –que buscaba en un principio confrontar la realidad de las prostitutas trans en el primer y en el tercer mundo–, pero que no renuncia en el display final a homenajear a la víctima, antesala de las imágenes en las que se rastrea aquellos espacios en las que las prostitutas de Ciudad Juárez ejercían su oficio, destruidos por aquellos que creen que esto las invisibiliza aún más. Su recuperación es un acto de conquista, de rebeldía; también un canto a la vida.

Karlheinz Weinberger en el Museodel Romanticismo

Acabamos en el Museo del Romanticismo con un curioso «dominguero»: Karheinz Weinberger (1921-2006), el autodidacta suizo que se alió con rockeros, moteros (Alix al cien por cien), con todos aquellos rebeldes que desafiaban en los cincuenta los roles tradicionales de género. De ahí el interés por el vestuario customizado, y las hebillas de los cinturones: cuanto más grandes, mejor. El fotógrafo ha sido un gran desconocido hasta su muerte, en 2006,por el gran público por su carácter underground y queer. De hecho el Festival de Arlés se va a volcar pronto con él. Estamos de enhorabuena que su trabajo haya llegado a España. Felicitémonos como felicitamos a PHotoEspaña.

Alberto García-Alix. «Carta blanca». Círculo de Bellas Artes (Antoine d’Agata, Paulo Nozolino y Pierre Moliner). CentroCentro (Anders Petersen y Teresa Margolles). Museo del Romanticismo (Karlheinz Weinberger). Hasta el 17 de septiembre

Texto ampliado del publicado en ABC Cultural el sábado 3 de junio de 2017

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