Nuevas galerías en Madrid en tiempos de pandemia

Abrir una galería en la capital en tiempos pandémicos

Intersticio, Arniches 26 y PHotoEspaña Gallery ponen en marcha nuevos espacios en Madrid, a pesar de la situación actual. Se suman a firmas como Furiosa, Ultravioleta o Corner Gallery, con pocos meses de vida, atravesados por la pandemia

Ricardo Pernas, el artista Jesús Crespo y Marcos Rioja, de Arniches 26

Arniches 26 nació tomando unos chatos de vino precisamente en La Taberna del Arte, y esta frescura, irreverencia y cercanía es la que quieren sus propietarios que transmita su propuesta. Tras esta nueva galería se encuentran el arquitecto Ricardo Pernas y el jovencísimo historiador del arte Marcos Rioja, situada en un lugar envidiable, cerca del Rastro.

Es uno de los espacios noveles que, a pesar de la que está cayendo, ha decidido liarse la manta a la cabeza y abrir en Madrid en tiempos coronavíricos. Le acompañan, haciéndose hueco en un mapa nunca lo suficientemente saturado, propuestas como Intersticio, en el barrio de Lista, o PHotoEspaña Gallery, en Atocha, últimas piezas de un puzle que completan, con

iniciativas de diferente naturaleza, un mapa en el que se situaron justo antes de la pandemia otras firmas comoFuriosa Gallery, cerca del Paseo del Prado, Visión Ultravioleta, en Delicias, o Corner Gallery, en Carabanchel. Buenas noticias en medio del desastre generalizado. Mensajes positivos cuando lo que impera es la distancia y la apatía.

«En nuestro caso, lo que nos ha movido es nuestra hiperactividad –confiesa Rioja, que se ríe cuando recuerda cómo él, que iba para medievalista, ha acabado lidiando con el arte contemporáneo más emergente–. Yo había trabajado ya junto a creadores como Secundino Hernández o estudios de interiorismo como Gärna, pero buscaba hacerlo de manera independiente. En esas conocí a Ricardo, que venía del ámbito de la arquitectura pero que tenía gran sensibilidad por el arte. No nos lo pensamos».

Ese «no nos lo pensamos» da pie ahora a una propuesta galerística, en sus palabras, «para un tiempo incierto y con un programa trepidante», en el que las convocatorias se suceden sin dar tiempo al respiro. Su modelo se aleja del de una galería convencional, programando dos exposiciones al mes de una duración de una quincena cada una, y que se cierran en su segundo fin de semana con una actividad que permita introducir en el espacio otras disciplinas como el diseño o la arquitectura, que dialogan con las piezas exhibidas. «El nuestro es un proyecto a largo plazo, pero el plan de ruta no está definido. Queremos trabajar con creadores emergentes a los que les cedemos nuestro espacio para que se vuelvan locos, para que lo transformen y lo intervengan: no generamos exposiciones, sino proyectos específicos».

Proyecto de Jesús Crespo en Arniches 26

El punto de partida fue la cita que el pasado mes de diciembre celebró allí la sevillana Ángela Mena. Con ‘Crudo’, una muestra vinculada al mueble y el objeto, con diseños de Estudio Plutarco, Estudio Reciente y Todo To Do, las cerámicas de Ignacio Klindworth y las pinturas de Terry Craven y Eloy Arribas cerraron febrero. Este fin de semana se clausura ‘Ni sueño, ni razón’, de Jesús Crespo, pintor que convierte la sala en un espacio blando en el que el mundo de las emociones se proyecta hacia el exterior.

La programación está cerrada hasta junio, pero se va moviendo en función de las necesidades, ya que, en buena medida, se trabaja con artistas que son buenos amigos de los galeristas y con los que se huye de la tendencia de las galerías tradicionales a «asfixiar al creador»: «No queremos ser un cubo blanco sin más que se llena de obra, con textos curatoriales largos y farragosos –afirman tajantes–. Todo lo contrario: queremos que esto se aleje de eso, que pese más lo visual que lo textual, que lo que se genere lo haga de forma muy orgánica».

Arniches 26 sabe que no llega en el mejor momento. Aún así, se van cumpliendo sus expectativas. «No se están realizando superventas, pero se está vendiendo. Nuestro público es también emergente, como nosotros, en parte, buenos amigos que empezaron comprando por compromiso y que ya se están aficionando al arte actual. Queremos ser referencia entre ese público. Nuestros precios también ayudan, entre los 300 y 3.000 euros. Mucha gente nos dice que hemos sido muy valientes abriendo ahora, pero nos pudo las ganas y estamos comprobando que con la pandemia se han dejado de hacer muchas cosas, lo que anima a participar de las pocas que hay. Vienes a vernos a nosotros y vuelves al Rastro. Ahora somos ‘el plan’».

También se han ‘lanzado al abismo’ en estos momentos complicados las chicas de Intersticio, Cristina Herraiz, Ana Coronel de Palma y Sol Abaurrea, en absoluto recién llegadas, dada la experiencia de todas ellas en el ámbito artístico, tras su paso por galerías como Marta Cervera o Albarrán Bourdais o casas de subastas como Christie’s y Sotheby’s. «La pregunta no es tanto por qué abrir en pandemia, sino por qué no hacerlo –responde Abaurrea en nombre de las tres–, ahora que no se puede viajar, que la gente está aburrida, se celebra mucho cualquier cosa que se proponga». En su caso, una galería en el barrio de Lista (C/ Alcántara, 31), que abrió sus puertas el pasado fin de semana con gran acogida.

Ana Coronel de Palma, Sol Abaurrea y Cristina Herraiz, de Intersticio – Cris Pareja

Lo hicieron con la colectiva ‘Claro del bosque’, con creadores como Nora Aurrekoetxea, Lucía Bayón, Isabella Benshimol, Julia Creuheras o Diego Delas; hasta cierto punto, declaración de intenciones de lo que se ha propuesto este nuevo espacio: una abstracción en medio de todo lo que está ocurriendo, un ámbito donde lo místico, el juego y la magia se imponen, y que invita a avanzar desde las sombras. «Tenemos claro que queremos consolidarnos como galería, pero iremos definiendo lo que somos con los pasos que vayamos dando –detalla su responsable–. El nuestro es un espacio grande (200 metros cuadrados, divididos en dos plantas de lo que fuera una fábrica de guantes y, en su última etapa, un todo a cien) que da lugar a las más variadas colaboraciones».

Intersticio podría entenderse lejos de los centros del arte en la capital, pero lo está más aún de la casa madre, en Londres, ciudad en la que nació de la mano de Herraiz y que ahora permanece cerrada por las medidas contra la pandemia desarrolladas en Reino Unido. Las comparaciones pues, con The Ryder –que también empezó a marchar en la capital británica para promocionar el arte español y la ‘emergencia’, y que acaba de cumplir un año en Madrid– son lógicas. «Nos dirigimos a todo el mundo, ahora mismo, sin elitismo alguno; a las gentes del barrio, que se paran cuando vienen o van a hacer la compra. Pero perseguimos a ese coleccionista joven, mucho más asentado en Gran Bretaña, interesado por el arte pero que aún no se ha atrevido a comprar y que tiene claro que lo que no quiere es una lámina de Ikea, sino obra original».

Para las responsables de este nuevo espacio, estar lejos de otras galerías no es algo demasiado trascendente en una ciudad «que invita a la movilidad». No deben de pensar así en La Fábrica, que se ha dado una segunda oportunidad en este ámbito (los viejos del lugar recordarán que en ese mismo emplazamiento Efraín Bernaldesarrolló una estupenda labor en torno a la fotografía y el vídeo en los primeros años del siglo XXI), apostando por el barrio de las Letras, cerca de su cuartel general, con PHotoEspaña Gallery, un espacio permanente de venta de obra fotográfica que dirigirá la también directora de PHotoEspaña, Claude Bussac.

Dicen sus responsables que este nuevo área de negocio de la marca cubre la necesidad de contar con un espacio permanente que centre todos los proyectos que se escapan del estricto marco del festival y que, sobre todo, tienen lugar en aquellos meses en los que el certamen no se celebra. Tras cerrar la cafetería de La Fábrica (de lo que también se aprovecha la librería, que se amplía) la planta baja del local en la calle Alameda combinará la exhibición de los fondos atesorados durante más de veinte ediciones por PHotoEspaña y la venta y exhibición fotográfica, con atención especial a los autores españoles.

Uno de los espacios de PHotoEspaña Gallery

Sus tres estancias marcan el despliegue de contenidos. Al que se accede tras bajar las escaleras, conduce a la reunión de los fondos del festival, organizados ahora desafiando el horror vacui en un montaje que tapia las paredes y donde conviven obras de Marina Abramovic, Marta Soul, Campano, Miguel Trillo, Català-Roca o William Klein. Conjuntos que rotarán una vez al año. El pasillo que conecta con la sala principal se destinará a lo que se ha denominado ‘Portafolios’, muestras sobre un proyecto o serie concreta (en la actualidad, Imogen Cunningham) de autores emergentes o consolidados.

Finalmente, en el espacio central, al final del recorrido, exposiciones que en este primer año se ocuparán –tras el homenaje a los 25 años de la revista ‘Matador’– de fotógrafos españoles nacidos en los setenta,David Jiménez estos días, que cederá el testigo a Linarejos Moreno y Matías Costa, en el mismo escenario en el que se despliega la biblioteca de PHotoEspaña y donde se desarrollarán actividades paralelas como presentaciones, cursos, charlas o conferencias, presenciales y virtuales.

Los espacios que sí que han sufrido de pleno las consecuencias de la pandemia son aquellos que abrieron hace justo un año o año y medio. El coronavirus les obligó a cerrar varios meses, de forma que su «antigüedad» casi se iguala a la de todos estos nuevos locales que hacen ahora las presentaciones. Es el caso de Visión Ultravioleta, en Delicias, ámbito de exhibición y ‘coworking’ gestionado por Cristina García Moreno, Bárbara Bellón Lara y Jérôme Sebastien Godichon, a los que les dio tiempo a inaugurar, participar en Hybrid y despedirse hasta la caída del primer estado de alarma.

Cristina García, galerista de Visión Ultravioleta – Jérôme S. Godichon

La galería, que nació primero en formato web, se decidió a dar el salto a lo físico en enero de 2020, «con buena acogidas y mejores expectativas»: «De haber continuado los ritmos de los primeros meses, hoy nos iría mucho mejor», confiesa García. Su firma, cuya misión hoy es «humanizar el arte, tanto en escala como en cercanía», ha virado en su estrategia de promoción de nuevos artistas y atiende ahora especialmente a los pequeños formatos.

«Estos días, superar los cuatro dígitos con una obra es muy difícil a la hora de vender. Retornar tras el confinamiento fue complicado, nos pilló en verano, con algún artista que acabó incluso en la UCI y con el público con miedo a volver a entrar en un local. Hoy es más fácil dar un paso seguro porque, al no sentir tan cerca la posibilidad de volver a ser confinados se puede volver a programar, a hacer previsiones. También nos hemos acostumbrado a los nuevos protocolos de visita a las galerías, mientras aprovechamos el tirón de estar creciendo exponencialmente en redes».

Furiosa Gallery, en el espacio que dejara Blanca Soto antes de cruzar la calle Almaden en Atocha, también hizo las presentaciones y se tuvo que despedir de su público en marzo de 2020. «Nosotros realizamos un estudio de mercado antes de abrir que luego nos vino muy bien ante el acoso de la pandemia», resume Ignacio Reig, uno de sus promotores. Este conoce bien el ámbito artístico. No en vano, a su familia pertenece la galería Benlliure de Valencia, especializada en grandes maestros y mercado secundario. Él ha preferido apostar por artistas más jóvenes o de media carrera, para lo que tenía claro que Madrid era el escenario: «Antes de la pandemia era un destino en auge y, sin duda, donde realmente está el negocio en España».

El nombre de su propuesta hace alusión a su deseo de irrumpir en el mercado «como lo hace la Naturaleza en el medio, cuando lo cambia todo»: «Somos una galería irreverente y rebelde –puntualiza Reig– que hemos generado una nómina de unos diez artistas españoles con los que nos gusta trabajar como si fuéramos un equipo. Autores cuya obra admiramos y también coleccionamos. Eso genera una confianza que también trasladamos a nuestro coleccionista, que es el que ya venía a Benlliure, le gusta lo que ahora le mostramos, pero al que tenemos que acostumbrar para sentirse también cómodo con todo esto».

Ignacio Reig, de Furiosa Gallery, con la fotógrafa Irene Cruz

Reig ve positivo haber nacido en plena pandemia: «No conocemos los buenos tiempos anteriores a la misma, por lo que solo queda subir. Además esto está dando pie a un modelo por el que se mima al coleccionista, se le recibe de forma personalizada, se le lleva la obra a casa si hace falta, que está funcionando muy bien. Ahora no hay ferias ni inauguraciones. Se impone la cercanía. Somos conscientes de que también hemos llegado a autores, como Cristina Almodóvar o Carlos Nicanor, con los que no habríamos podido trabajar si esto fuera a toda máquina porque tendrían mil compromisos». Estos dos artistas participan en la colectiva que celebra ahora la galería (‘BFF. Be Furiosa Family’), muestras que le sirve a la firma para probar con técnicas como la fotografía o el arte urbano, con las que su público está menos familiarizado.

El caso de Corner Gallery es similar pero diferente. Este espacio de proyectos de artistas para artistas ya llevaba funcionando en Carabanchel un año en 2020, pero aprovechó el fin de semana de ARCO’20 para estrenar nuevo local. En él trabajan seis autores –Carlos Cartaxo, Sandra Val, Nuuco, Marcelo Mendonça, Óscar Seco y Luis Rico–, justo detrás de un ámbito de exposición en el que, por el momento, sus artífices han permitido exponer a otros creadores, generlamente vinculados al barrio: de los integrantes de El Grifo, a los de Mala Fama o Nave Oporto.

En la actualidad, la colectiva ‘Memoria y futuro’, en la que entran Felicidad Moreno, Sonia Navarro y Marina Núñez, es un homenaje dirigido hacia muchos frentes: a las mujeres artistas, al esfuerzo que ha supuesto seguir vivos en el último año, a la creación plástica… «El ser un espacio alternativo gestionado por artistas nos facilita tener una programación caprichosa en la que de repente entran grandes nombres o que se centra en los alumnos del máster de una universidad. Nos felicitamos por el gran poder de convocatoria que hemos tenido hasta ahora, que seguro que crece cuando vuelva la normalidad», subraya Carlos Cartaxo.

Visita a los estudios de Corner Gallery

«No estamos obsesionados con las ventas –continúa el artista– pero sí que es preciso generar beneficios si queremos participar en ferias o si queremos desarrollar propuestas con comisarios, a los que hay que pagar sus honorarios». Esta no es la galería para que sus gestores expongan, lo que no quita para que de vez en cuando estos también participen en sus colectivas. Por cierto, su anterior local funciona hoy como, aula, estudio de otros artistas y como horno de cerámica, el de Sandra Val, a disposición de los artistas del barrio.

Intersicio, Arniches 26 y PhotoEspaña Gallery amplían el mapa galerístico de Madrid que, sin embargo, no ha dejado de crecer, como ponen de manifiesto Visión Ultravioleta, Furiosa o Corner. En fechas similares empezaban a funcionar ámbitos como Habitación Número 34, en Usera (Avenida Cerro de los Ángeles, 34), propiedad de 3819etc y comisariado por Lava Art Project (Paula Ramos y Belinda Martín), y que organiza exposiciones mensuales solo visibles desde el exterior a través de sus ventanales, en la línea de Alimentación 30, de Valeria Maculan, en Doctor Fourquet.

Habitación 34

También Aparador Monteleón, un espacio de proyectos independiente gestionado por Aldo Chaparro –primo hermano de Aparador Cuchilla, nacido en Ciudad de México en 2010–, y que desde finales de 2019 da visibilidad y fomenta la colaboración entre agentes culturales y artísticos de Madrid a través de propuestas comisariales de pequeño formato. En la actualidad lo ocupa Andrés Izquierdo, coordinado por Javier Montoro.

A ellos se se suma en breve el Pradiauto, en la calle Pradillo, de Sofía Corrales y Vera Martín, o el recién llegado El Chico, de Javier Aparicio, un espacio para trabajar con artistas en una escala más íntima y doméstica en la que la conversación y los ‘podcasts’ son herramientas creativas.

Y serán muchas más, dada la política de ‘camas calientes’ de la Nueva Galería de Daniel Silvo: Su local en Doctor Fourquet, que puede ser alquilado por semanas o meses, hará que desembarquen en la capital, aunque sea de forma temporal, firmas como las barcelonesas Víctor Saavedra y Pigment, Isabel Croxatto de Santiago de Chile, la valenciana Set Espai D’Art, o la polaca con alma española Rodríguez Gallery. Coincidiendo con ARCO, en julio, está confirmada la presencia en sus estancias de Prometeo Gallery Ida Pisani, de Milán. En definitiva, buenas noticias, desde el mundo del arte –y su mercado– a pesar de la pandemia.

Aparador Monteleón

Texto publicado en la web de ABC Cultural el 19 de marzo de 2021

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