«Pan y circo» en Conde Duque. Una mirada a la industria alimentaria

Atracones, del museo a la galería. La industria alimentaria, a debate

Arte y alimentación se sientan a la mesa en Condeduque (‘Pan y circo’) y Gärna Gallery (‘Food Obsession’) para analizar los ingredientes de un guiso (cultural) que va más allá de la supervivencia

Tenemos un problema con la alimentación. Bueno, en realidad tenemos muchos: tradiciones artesanales en torno a la mesa que se pierden en favor de la producción industrial. Una industria, la alimentaria, que, desde el márketing y la publicidad, promueve la sobrealimentación en el Primer Mundo mientras, en el mal llamado Tercero, la desnutrición y el hambre campan a sus anchas. Trastornos alimenticios (obesidad, anorexia, bulimia). Deforestación y explotación animal. Comida basura y globalizadora. Dietas que se mueven entre la promesa de una vida saludable y la esclavitud a hábitos alimenticios más que dudosos, alcachofas mediante…

Ante este panorama, no es de extrañar que el asunto haya despertado la curiosidad del mundo del arte (primero en forma de bacanales o bodegones en el pasado, con una mirada más crítica en la contemporaneidad). En algunos casos, de forma puntual en los intereses de los artistas; en otras, de manera recurrente en su producción. Es el caso, por ejemplo, de Rosalía Banet (¿quién no recuerda a sus gemelas golosas que todo lo deglutían, gracias a las cuales la madrileña se hizo un hueco en el mundo del arte con su apariencia dulce –ahora lo llaman ‘cuqui’– y su mensaje siniestro de fondo?). Ella es una de las creadoras convocadas en ‘Pan y circo’, la muestra de Condeduque que reflexiona sobre todas estas cuestiones que, nunca mejor dicho, hemos puesto sobre la mesa.

‘In Ictu Oculi’, de Greta Alfaro

De hecho, Banet actúa casi como ‘comité asesor’ de su comisaria, Alicia Ventura, otro agente artístico al que el asunto ‘alimenticio’ no le resulta ajeno, siendo como es asesora de la Colección DKV, donde la salud es la base, y una correcta alimentación, una de sus derivadas básicas. No en vano, fue en proyectos anteriores en esta línea (como la entrada de Banet en el Hospital de Denia) los que forjaron una amistad que ahora se ofrece en forma de muestra colectiva.

Era Hipócrates el que consideraba que el alimento era la mejor medicina (y por ahí va el dicho inglés que recuerda que ‘an apple a day keeps the doctor away’). Otro clásico, el poeta romano Juvenal, aporta el título de ‘pan y circo’ a la cita, que se hace eco de esa locución latina que alude a la práctica política de llenarle el buche al ciudadano y mantenerlo entretenido para que no piense. Cambien circo por fútbol y la ecuación sigue funcionando.

Una exposición cuyo menú degustación de contenidos se desplegó primero en la Sala Amós Salvador de La Rioja (y de la que esta segunda versión deja fuera a algunos artistas por una cuestión de espacio: Daniel Canogar, Gabriela Bettini, Santiago Talavera, Eulàlia Valldosera…) mientras obliga a reorganizar los contenidos, algo mejor orquestados en Logroño en base a seis capítulos: alimentación y salud; alimentación y cánones corporales; estética del gusto; excesos de la industria alimentaria; publicidad, medios y comida; y medioambiente. En Madrid, la complejidad de la Sala de Bóvedas, la imposibilidad de intervenir sus paredes, obliga a la comisaria a regurgitar las obras y disponerlas mezcladas, ‘rellenando’ espacios.

‘A mi manera’, de Estíbaliz Sádaba

Accedemos a la sala topándonos con el vídeo ‘In Ictu Oculi’, de Greta Alfaro, en el que un banquete al aire libre es devorado por una bandada de buitres. Una imagen muy gráfica de la codicia. Ya dentro, el olor a pan de su pieza ‘Fornacalia’ no les pasará desapercibida. Con ella se alude con nostalgia a aquellos tiempos en los que desde la alimentación se generaba comunidad y se trasmitían tradiciones, algo que acaba con la producción industrial.

No sigo un ‘orden de aparición’ en la presentación de las propuestas para que le sea más fácil al lector entender las líneas temáticas. Así, desde distintas ‘salas’, se refieren a lo corporal las fotos proyectadas de Winkler+Noah, en el que cuatro personas obesas ‘narran’ cómo llegaron a su situación a través de los dibujos y tatuajes que plasman sobre su piel un artista callejero, un calígrafo, unas ilustradora y una tatuadora. También el más que directo vídeo de Estíbaliz Sádaba, con la palabra ‘Dieta’ en la barriga, mientras la manipula y deforma con sus manos, tal y como hacen estos régimenes y nuestra paciencia con nuestro cuerpo. Lo que suena, eso sí, es ‘A mí manera’, de Sinatra.

La presión de la industria está presente en un sinnúmero de entradas: Asunción Molinos Gordo le levanta un monumento al irregular reparto de los alimentos en el mundo; Luna Bengoechea ‘ilumina’ la política de transgénicos; Tania Blanco revierte con ironía los tutoriales de ‘youtubers’ e ‘influencers’ que desgranan las maravillas de los productos que publicitan en sus ‘unboxes’, en este caso, incidiendo en la toxicidad de sus ingredientes, cuyos símbolos decoran las vajillas de Bene Bergado.

Instalación de Sergio Mora y Lusesita para «Food Obsesion»

Antoni Miralda (sería un pecado no haber pensado en él para esta muestra) critica los restaurantes de comida rápida. Nuestros desperdicios son analizados por Basurama: por una línea de caja va pasando lo que compramos; por otra transportadora, lo que desechamos. Rotundo Ángel Marcos criticando el turismo gastronómico a regiones donde su población no tiene nada que llevarse a la boca… Y un hilito de esperanza en la pieza de Santiago Morilla, que nos invita a producir energía en una bicicleta estática con la que alimentar plantas aromáticas con las que autoabastecernos. ¿Uno de los aciertos? Poner a un cocinero como Carles Tarrassó, al que la comisaria conoció recientemente en la Academia de España en Roma, a crear.

En otro punto de la ciudad, en Gärna Art Gallery, Sergio Sancho y Sara Coriat (Urvanity Projects), se interrogan como comisarios en ‘Food Obsesion’ si existe una relación entre cómo consumimos alimentos y arte hoy. Es la voracidad del mercado a través de obras de figurativos de moda (esperemos que no artistas ‘fast food’) como Ana Barriga, Nicolás Romero, Ricardo Passaporte o Reihaneh Hosseini.

Solo el ‘display’ y la filosofía de la instalación conjunta de Sergio Mora y Lusesita que recibe al comensal merecen la visita: un lineal de supermercado en el que adquirir desde tinto ‘de vegano’ a agua ‘de mayo’ o ‘jabón’ de York y serrano. En el fondo no dejan de ser obras seriadas a precios muy populares, lo que invita a la adquisición compulsiva. La leche, a 9 euros, que como nos confiemos un poco, va a salir más barata aquí que en súuper con tanta inflación. Pero que en una nueva versión de las ‘Cajas Brillo’ nos ofrezcan por 60 euros globos para retener el aire que tarde o temprano nos van a cobrar por respirar hiela la sonrisa y corta la digestión.

‘Grilled Cheese’, de Hanski
‘Pan y circo’. Colectiva. Centro C. Condeduque. Madrid. C/ Conde Duque, 13. Comisaria: Alicia Ventura. Hasta el 16 de abril. ‘Food Obsession’. Colectiva. Gärna Art Gallery. Madrid. C/ Jorge Juan, 12. Comisarios: S. Sancho y Sara Coriat. Hasta el 9 de enero

Texto publicado en ABC Cultural el 3 de diciembre de 2022. Número 1.544

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