Rubén Fernández Castón, dar vueltas para avanzar
Rubén Fernández Castón pone el broche de oro a la actual sede de Nuca, que pronto contará con nuevas instalaciones en Salamanca, y que disfruta ahora de una residencia en Pinea Linea de Costa con su pintura geométrica de tonos flúor

Espacio Nuca es de esos proyectos expositivos que, si no existieran, deberían inventarse. En pleno pulmón comercial de Salamanca, esta informal galería combina la promoción del arte contemporáneo y la de los artistas con los que trabaja con actividades que hacen accesible la producción plástica al gran público.
Esto, que se repite como letanía de una galería a otra, es un auténtico ejercicio de supervivencia en un páramo para el arte actual como es esta ciudad castellana. Aún así, resulta muy loable la labor llevada a cabo por Eduardo Sánchez, su responsable, al que no le frenan las adeversidades, y que mezcla a partes iguales la pasión por su labor con la calidad de sus propuestas. Y, así, en ese granero de creatividad que es Espacio Nuca, desarrollan sus carreras artistas más que interesantes como Ana Barriga, Hugo Alonso o Estefanía Martín Sáenz.
O como Rubén Fernández Castón (Mérida, 1981), creador que prácticamente pone el broche de oro a esta sede de Nuca, que contará con nuevas instalaciones en la calle María Auxiliadora, 16, local 2, desde esta semana, y que disfruta ahora de una residencia en Pinea Linea de Costa, de Los Vendaval, realizando su nuevo proyecto Escópico, coincidiendo con el artista estadounidense Rob Pérez (DeadBeat Hero). Su interés por la pintura, de tonos flúor y referencias geométricas, ha devenido con el tiempo en fórmulas más tridimensionales que ahora, en Sin fin, asumen una dimensión teatralizante.

Como si de un paisaje plagado de tótems se tratase, Fernández Castón convierte la galería en un espacio por el que transitar «en bucle», salpimentado con otras piezas que son pequeños ejercicios sobre la fragilidad y el equilibrio, y que se completa con obras falsamente «bidimensionales» en las que irrumpen frases que aluden a recuerdos del artista. Son, en definitiva, pequeños resortes de la memoria que confirman que aquí no hay ni principios, ni finales.