«Seguratas», esa gente

El inusitado -y totalmente infravalorado- poder del vigilante de sala, al descubierto

«Segurata», vídeo de Juan López

La inaudita situación de un Museo del Louvre cerrado porque su personal de sala y taquillas se pusiera en huelga hace unos meses me ha llevado a recordar a un colectivo que, pese a su habitual silencio, puede, como se ha comprobado, hacer mucho ruido.

En la cadena trófica del arte, alguno podría pensar que el vigilante o auxiliar de sala es el delicado insecto al que el humano-visitante aplasta con su indiferencia. Pero nada más lejos. El vigilante o vigilanta, que de todo hay en la viña del Señor, es en realidad ese microorganismo que, si quiere, se funde con su plaquita y su linterna al más pintado (nunca mejor dicho) de los finolis curators.

Sirvan estas líneas para reconocer una labor no siempre valorada, a la que ya dignificó en su día Juan López en uno de sus primeros vídeos, el que se titula como esta columna hoy: Segurata. Constato además que la precaria situación del sector hace que algunos artistas tengan que terminar haciendo (y a mucha honra) estas labores. No voy a dar nombres.

Ellos saben perfectamente quiénes son y a ellos les brindo este diminuto homenaje. Y precisamente por eso, porque algunos de ellos son artistas (¡qué leche: todos ellos son unos artistas!) no olviden que ustedes, como consumidores de los productos que ellos custodian, es posible que les estén ayudando a cerrar un proyecto.

Proyecto de Costa Badía sobre la seguridad en las salas de museo

Me vienen a la cabeza dos: de un lado, Conversaciones en el museo, con una espléndida Costa Badía (si no la conocen, deberían) dejando un walkie en una sala y radiando por otro el transitar borreguil de los turistas («Entra uno, salen tres») ante la escucha incrédula de los asistentes.

De otro, aquel grupo de Facebook, Tontunas de visitantes, en el que cuidadores del Museo Thyssen, el Prado y el Museo Reina Sofía volcaban las barbaridades que salían de nuestras bocas de personitas cultas que asistimos a las exposiciones (de confundir a Cézanne con Zidane a alabar la pintura «impresionante» frente a la «impresionista»). La próxima vez que pisen una pinacoteca, recuerden: les están vigilando. Mucho. 

Texto publicado en ABC Cultural en mayo de 2019

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