En el estudio de Okuda

Okuda, sin escala de grises

El estudio de este creador en Madrid se llama Factory of Dreams. Un colorista ‘rincón’ en el mapa desde el que se proyecta al mundo

No hay medias tintas con Okuda (antes, cuando no era aún una marca, Okuda San Miguel, con apellido): es un artista al que se le ama o se le odia. Entra dentro de ese saco de creadores nacionales (Boamistura, en el ámbito del arte urbano en el que también y tan bien se mueve; Javi Calleja…) que son más valorados fuera, y mueven más masas (de todo tipo) fuera, que en nuestro propio país donde se les denosta por ser considerados ‘superfluos’, ‘superficiales’ o ‘epidérmicos’. Continuar leyendo «En el estudio de Okuda»

En el estudio de Olga De Dios

El elogio de la diversidad de Olga de Dios

El año pandémico le ha servido a la ilustradora para reducir ritmos y dedicarse de lleno a la pintura. También para hacerse con su nuevo taller, en Madrid, que influye en sus resultados, los cuales se exhiben próximamente en Swinton & Grant

Olga De Dios en su estudio (Foto de Guillermo Navarro)

A Olga de Dios le gusta que la puerta del estudio quede abierta. A veces, por los materiales que usa, entre los que los esprays generan una particular banda sonora al ser aplicados sobre el papel o la madera, y con los que no le queda otro remedio si no quiere acabar intoxicada. Otras, porque la interacción con el vecindario le resulta agradable, una especie de toma de contacto con la realidad; una valoración rápida con lo que lleva a cabo por parte de miradas no expertas, en ocasiones, las menos prejuiciosas y las más limpias: «¡Yo no sé cuántas veces me han preguntado ya que si no podría dar clases a sus hijos!», menciona risueña. Continuar leyendo «En el estudio de Olga De Dios»

José Salguero. Espinete son los padres

""Hello Kitty" es arrestado en la puerta del Sol", de José Salguero
«»Hello Kitty» es arrestado en la puerta del Sol», de José Salguero

Hace unos días leía una entrevista a unos gestores culturales (el nombre es lo de menos) que se quejaban de cómo educamos a los niños, durante su infancia, en el mundo de Disney para lanzarlos luego, ya más creciditos y a pelo, a una sociedad ultralibertal y turbocapitalista en los que todo es un poquito más «The Walking Dead». Hay artistas que este desequilibrio lo tienen más claro y, entre ellos, se sitúa José Salguero (Madrid, 1985). No en vano, cierto extrañamiento es la bilis que destilan todos sus trabajos, en los que conceptos, que no por cercanos debemos aceptarlos como asumidos o conocidos, bien sean la violencia, la religión, el sexo o la alienación del individuo, pululan a sus anchas demostrándonos que sentimos seguridad y confort en nuestro entorno “por encima de nuestras posibilidades”.

Hablábamos de violencia. Esta también puede ser verbal y visual. Salguero, en sus dos líneas de trabajo (la de muralista, en la calle, y la de pintor, sobre el lienzo) utiliza como “armas” herramientas más o menos reconocibles para propiciar el acercamiento y que el zarpazo sea efectivo. Se entiende ahora mejor su interés por la cultura popular, por las fórmulas figurativas, por la ironía y el sarcasmo como recursos. Mientras todos seguimos riéndonos de ese chiste que no terminamos de entender no nos damos cuenta de que el flanco de su ridiculización somos nosotros mismos.

"Tío Gilito necesita algo más que dinero para ser feliz"
«Tío Gilito necesita algo más que dinero para ser feliz»

Hemos convertido el caos y la destrucción en parte del sistema, en ingredientes básicos de nuestro parque temático del día a día. Cuando uno ve a la cerdita Peggy reconocer su veganismo o al pato Donald incendiar un automóvil se da cuenta de que no es el único que se ha hecho mayor. Y cuando además observa como un absurdo tipo vestido de Hello Kitty es detenido en la Puerta del Sol se cerciora de que la nuestra de la infancia se cerró de golpe y para siempre. Entonces es preciso enfundarse el casco de guerra y tomar el parque infantil como trinchera. Si a ello se suma que Tinky Winky es un secuestrador de niños, la lectura no puede ser otra que todas las generaciones están ya perdidas. Salguero lo avisó y no le hicimos caso. Lo peor no es que Espinete no exista: lo malo es que Espinete, como Day Vader pero en versión cañí, es nuestro padre.

Virgen Trono. 2014,óleo Sobrelienzo 150 X 150 Cm.José Salguero