Últimos proyectos de T-20 en Murcia

Están clavadas tres cruces…

Murcia se adentra en la primavera con tres proyectos de la galería T20 que marcan un interesante ‘via crucis’ artístico, con Santiago Ydáñez, José Maldonado y los fondos de su colección como protagonistas

Obras de Eugenio Merino y FOD en el Palacio Almudí

Pese a lo que declaraba Pepe Cobo la semana pasada en estas páginas, por lo de las aviesas intenciones que terceros puedan encontrar en ello, no es tan extraño que un galerista termine conformando una colección de arte. Con esa cruz, la de la suspicacia de los demás, tienen que vivir. Ejemplos cercanos recientes los tenemos en Soledad Lorenzo, que acabó cediendo sus conjuntos al Museo Reina Sofía, o en Oliva Arauna, que sigue aumentando su colección pese a haber abandonado la labor galerística. También Helga de Alvear, que recientemente inauguró en Cáceres un museo a su medida, o ADN, en Barcelona, por ponerles otro ejemplo en otra ciudad…

Hablando de otra ciudad, y quizás única consecuencia positiva del coronavirus (que no es que sean muchas), se ha hecho pública la de T20, en Murcia, que es la que ahora justifica estas líneas. En el ánimo de sus promotores, los galeristas pero también historiadores del arte Carolina Parra y Nacho Ruiz, estuvo siempre que su conjunto fuera de dominio público en algún momento, quizás al final de sus días. La pandemia (y una ayuda del ayuntamiento de la ciudad englobada en el programa que se denominó ‘Reactivos culturales’) ha precipitado lo que ambos definieron alguna vez como «un sueño».

Desde el arranque de esta temporada, parte de sus fondos se han ido mostrando en una programación que contempla cuatro capítulos, que a su vez, sirve como experimento que fomente un posible depósito del conjunto a la administración local pública.

Crisis en España. Arte español del siglo XXI, en el Palacio del Almudí, es su tercera entrega (tras una primera dedicada al arte minimalista y conceptual, una segunda con Sophie Calle como única protagonista y una cuarta que en breve basculará sobre el concepto de fetiche). Y posiblemente, la que mejor ilustra el sentido último de un conjunto conformado en los últimos 21 años, en los que el término ‘crisis’ ha copado todos los titulares: primero, con la caída de las Torres Gemelas; después, con Lehman Brothers; en esta década, la sanitaria… Dos decenios en los que el arte aquí ha estado en crisis permanente y en cuyo escenario, y con buena parte de sus protagonistas (aunque no solo: de hecho, el primer capítulo se nutrió básicamente de autores internacionales, de Warhol a Araki) se ha conformado este conjunto, sufriendo en sus propias carnes cuitas y contexto.

Obras de la colección Artillería en el Palacio Almudí

Un conjunto de más de 200 obras, por otro lado, del que todavía no les di su nombre: Artillería. No sólo porque el homónimo cuartel en Murcia que tenía que haber sido su sede, sino porque, descartados sus apellidos, sus responsables se sentían a gusto con una nomenclatura ‘bélica’ que tanto ha caracterizado al arte ‘de vanguardia’.

Crisis en España, a su vez, toma su título de la pieza de Kepa Garraza que recibe a la entrada: una falsa imagen televisiva de una carga policial, traducida aquí a pintura y fácilmente identificable por el espectador con realidades no tan lejanas. El ascenso por la escalera es una oda a dos décadas ‘criticas’ en nuestro país, donde es posible que el Antoni Muntadas de ‘España va bien’ aporte el eslogan más cínico.

En dos salas se distribuyen las 34 obras seleccionadas, donde, más allá de su adecuación al discurso curatorial, genera cierto gusto descubrir las claves internas que articulan todo el conjunto: por ejemplo, que la serigrafía seleccionada de Elena Asins es una de sus piezas cronológicamente más antigua; o que, en la misma vitrina, el billete de lotería intervenido por Inma Liñana es la última de sus adquisiciones. Que la cercanía de FOD y Eugenio Merino (¡nos reencontraos con su Fidel Castro zombie, el inicio del ‘malditismo’ con ARCO de este autor!) se debe a las relaciones de amistad de ambos autores; o que el cubículo negro aprovechado de una exposición anterior y en el que ahora se reflexiona sobre el poder de la imagen remite al estand de una feria, algo con lo que estos coleccionistas están tan familiarizados.

Entre medias, la primera obra comprada (la de Juan Carlos Robles), las de autores representados (Francesc Torres, Sonia Navarro, Paloma de la Cruz, el fichaje más reciente…), otros a los que se dijo adiós (murcianos como Fernando Segura), y apuestas como las de Joan Fontcuberta o Secundino Hernández, con las que ‘hacerse de cruces’. ?

‘Crisis en España. Arte español en la Colección Artillería’. Colectiva. Palacio Almudí. Murcia. C/ Plano de San Francisco, 8. Hasta el 7 de junio
Detalle del Cristo de la Sangre de Ydáñez

También participa en ‘Crisis en España’ Santiago Ydáñez, un pintor que, hace casi una década, quedó extasiado con la talla barroca del Cristo de la Sangre de Nicolás de Bussy, una obra que se integra a la perfección en la larga tradición imaginera murciana (no hace falta que les recuerde el origen de Salzillo), y que vio la luz en el fragor de la Europa de la Contrarreforma.
Esa fascinación ha dado pie a una relectura de la obra por parte del andaluz que ahora se ofrece en el Museo de la archicofradía propiedad de la talla, situada justo en la sala contigua. Ydáñez da un paso más allá al no desarrollar un homenaje (que sería lo fácil), sino una actualización de sus formas.

En las originales, las de De Bussy, Cristo languidece en la Cruz mientras de su costado emana su sangre recogida en un cáliz por un angelote. Una acción que lo relaciona con la figura del Cristo místico del lagar, la que ‘es el sarmiento’, que se seca y renace. En Ydáñez, el mismo Cristo es la Cruz, que al girar su torso 45 grados, sitúa el cuerpo al límite de la extenuación, de la caída (como lo ponen al límite las gimnastas de los cuatro dibujos que acompañan a la obra), centrando el protagonismo en el gesto, el chorro de sangre que ahora cae en vertical hacia el suelo. Una fuente en toda regla. Algo sublime y contemporáneo a partes iguales. Y es en las encarnaduras sobre la madera donde nos reencontramos con el Ydáñez pintor.

Santiago Ydáñez. ‘La fuente’. Museo del Cristo de la Sangre. C/ Sacerdotes Hermanos Cerón, 23. Hasta el 31 de mayo
Detalle del montaje de ‘Malacoda’, de José Maldonado, en T20

De vuelta a T20, ahora a la sede de su galería, más referencias religiosas, también del barroco, Digamos mejor ‘neobarroco’’. De ahí sus superficies pulidas de colores irisados: las que sintetiza en su homenaje a La divina Comedia José Maldonado, uno de esos ‘maestros’ que no debieron irse nunca.

El diablo Malacoda y su séquito de Malebranche se establecen como nuevo retablo en el que, dado que las proporciones geométricas son ‘divinas’, todo deviene aquí movimiento y caída en las disposiciones de sus lienzos-calles. Negativo de la propuesta nívea de esta firma en la feria Estampa. El ‘retrato’ de San Miguel, que no fue ángel caído, pero que pesa las almas antes de llegar a Cielo o Infierno, intenta poner orden en todo aquello. Esa es su cruz.

José Maldonado. ‘Malacoda’. Galería T20. Murcia. C/Vitorio, 27. Hasta el 31 de mayo

Texto ampliado del  publicado en ABC Cultural el 8 de mayo de 2021. Nº 1.470

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