«La palabra “artista” me resulta pretenciosa. Lleva implícito el término “arte”»
Ante la vorágine de imágenes, Javier Artero nos somete a la contemplación de unas pocas. Y de forma dilatada. La manipulación y el extrañamiento son la base de este videoartista, un creador de los que «Darán que hablar»
Qué le interesa. Me interesa el paisaje, la contemplación y el tiempo, concretamente el tiempo en la imagen en movimiento. Trabajo con dichos conceptos como resultado de las imágenes que registro a menudo de manera accidental, sin previsión o interacción con lo representado. El proceso creativo consiste en la recolección de imágenes para su posterior manipulación, jugando con su sentido original y generando subversiones con un componente común: lo extraño.

De dónde viene. Hasta el momento he expuesto en El Butrón (Sevilla), en la Universidad de St. Gallen (Suiza), en el espacio Iniciarte (Málaga), en la galería Isabel Hurley (Málaga), en la Fundación Valentín de Madariaga (Sevilla), en el MAD Antequera, en Bizkaia Aretoa (Bilbao), en la Sala de Exposiciones Antiguo Instituto de Gijón y en la Facultad de Bellas Artes UMA, entre otros espacios.
Como proyecto destacaría La disección lúcida, desarrollado en Passau (Alemania), entre 2011 y 2012, que posteriormente se expondría en la sala de exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Málaga así como en el certamen de arte contemporáneo de Doña Mencía (Córdoba). Fue el primer proyecto al que me enfrenté tras acabar la facultad y, tras estos tres años, podría decir que sentó las bases de mi manera de concebir y articular un proyecto. A menudo comienza con un desplazamiento –mayor o menor– y, en síntesis, consistiría en la toma de conciencia sobre el entorno, analizando cómo influye este a nivel perceptivo, así como el modo en que dicha influencia se proyecta de vuelta en el paisaje.
Supo que se dedicaría al arte desde el mismo momento que… Quizá no habría un momento exacto en el que decidiera que quería dedicarme al arte. Más bien recuerdo la sensación, a veces incómoda, de ser preguntado por mi ocupación y no saber muy bien cómo responder. Probablemente sea un complejo autoimpuesto, pero la palabra «artista» me resulta pretenciosa, pues ya lleva implícita el término arte. Así que acostumbro a decir que me dedico al vídeo, aunque eso no suele resolver nada.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el mundo del arte para «sobrevivir»? Pensándolo bien, sobrevivir ha sido lo más raro que he hecho dedicándome al mundo del arte. Afortunadamente, aún no me he visto en la necesidad de hacer nada raro, al menos para mí. No obstante, a pesar de lo serio que pueda parecer mi trabajo, suelo encontrarme en situaciones realmente extrañas cuando realizo grabaciones en la calle y alguien –a veces yo mismo– me pregunta que qué hago. De cualquier manera, es evidente que lo raro o lo habitual, como cualquier principio moral, no es más que una costumbre.
Su «yo virtual». Lo cierto es que utilizo las redes sociales con cierta frecuencia, pues satisfacen varias necesidades, ya sea la de dar visibilidad a mi propio trabajo, la de conocer la obra de otros artistas, el acceso a la información que proporcionan webs o blogs compartidos en dichas redes o la mera curiosidad. También cuento con una página web personal –www.javierartero.es–, donde puede verse mi trabajo libre de comentarios banales o de felicitaciones de cumpleaños, por ejemplo.

Dónde está cuando no hace arte. Considero el paseo muy cercano a mi práctica artística, y, de hecho, lo practico siempre que puedo. En su defecto, intento al menos ir siempre caminando a donde tenga que ir. Caminar me ayuda no a pensar, sino a pensar mejor, y, en cierto modo, esto sucede no sólo al andar, también cuando me detengo en el camino o cuando miro por la ventana de casa. En definitiva, encuentro infinitamente creativos los estadios intermedios, la espera, esos eventos que se encuentran entre un acontecimiento y otro. La música también ocupa parte de mi tiempo, tanto la escucha como la práctica, igualmente como puente entre actividades –aunque a veces este puente se prolongue durante horas–.
Qué se trae ahora mismo entre manos. En estos momentos me encuentro con los últimos ajustes de mi próxima exposición en Es Baluard, en Palma de Mallorca, que será el 11 de diciembre y con el proyecto Skyline, desarrollado gracias a la ayuda de la Beca DKV / Es Baluard a la creación de una obra audiovisual. Es un proyecto que combina varios de mis intereses habituales como son el paisaje y la contemplación, con otros integrados específicamente, como el espacio hospitalario. He aprendido mucho realizándolo porque no suelo trabajar así. Es decir, en este caso, el concepto y el planteamiento fueron lo primero, porque el formato de beca de producción así lo exige, cuando habitualmente es a la inversa. Acostumbro a recopilar material y a revisarlo periódicamente. Las conexiones se producen a posteriori, casi involuntariamente, cuando me cuestiono el por qué de esas imágenes.

Le gustará si conoce a… Lo cierto es que no tengo referentes «de siempre». Voy cambiándolos a medida que cambio yo, pero sí que hay algunos que se mantienen más que otros. En esta lista se encontrarían cineastas como Andrei Tarkovsky o Theo Angelopoulos; los artistas Julian Rosefeldt, Reynold Reynolds, Thomas Demand, Francis Alÿs o Nicolas Provost; aunque un verdadero referente sería Juan Carlos Robles, ya que empecé a interesarme por el vídeo cuando asistía a sus clases en la facultad. En cuanto a colegas de generación, centrándome en lo local –Málaga– y poniendo el foco no sólo en la obra, sino en su actitud con la misma, guardo afinidad con la pareja Moreno / Grau, con las que he tenido el placer de trabajar, pero también destaco a Antonio Navarro, que aporta algo diferente a lo que se hace en la ciudad ahora, y a Gonzalo Fuentes, con el que he compartido estudio durante el último año, el cual se desmarca de los intereses pictóricos estándar.

¿Cuál es su obra favorita hasta el momento? Pienso que cada proyecto siempre es mejor que el anterior, o al menos me hace sentir más orgulloso. De lo contrario, no lo haría. En este sentido, señalaría el vídeo del proyecto El Periplo (2015) por varias razones.
En primer lugar, es una obra que me ha dado muchas alegrías, ya que se ha expuesto en diferentes puntos de España (Barcelona, Gijón, Sevilla, Malag…a) y también en Suiza, en la Universidad de St. Gallen, la que fue mi primera exposición internacional.
En segundo lugar, el orden de acontecimientos en que se desarrolló el proyecto resume a la perfección mi proceso creativo. En este caso, todo parte de la revisión de una fotografía turística realizada en 2010 durante una visita al festival LOOP. Cuatro años más tarde, residiendo en Barcelona y tras pasear por el lugar donde realicé la fotografía, la playa de la Barceloneta, decido buscar la imagen y me obsesiono con ella. Intento reproducirla por todos los medios sin satisfacerme. Espero un par de meses para que la luz y el color azul intenso del cielo de junio se asemeje al original. A medida que voy trabajando en ella, día tras día en la misma localización, va convirtiéndose en algo diferente, ni más ni menos que en la idea que había generado de dicha imagen.
El Periplo es un vídeo en el que una serie de individuos en actitud contemplativa dirigen su mirada al horizonte, aparentemente hipnotizados por este. Sin embargo, la fotografía indicial recoge a un conjunto de figuras en el mismo espacio con una composición muy similar aunque, en este caso, estas son turistas que observan a bañistas en la playa, ocultos estos al estar por debajo del nivel de la cámara. En definitiva, llegar a la idea que había generado de la fotografía me ocupó más de un año entre grabaciones y postproducción, pues cuestionarme acerca del por qué de esa imagen me llevó a construir otra completamente distinta.

¿Por qué tenemos que confiar en él? Creo que uno de los problemas de los artistas jóvenes –y no tan jóvenes– es la sobreexposición o la ansiedad por vendernos constantemente. Cuando voy a un comercio suelo decidirme por aquello que permanece en silencio. Desconfío de aquellos otros productos que me ofrecen con luces y colores, aunque aporten algo nuevo. No somos productos, pero nos dedicamos a la producción. Tampoco quiero reducir la comparación a cuestiones de mercado, pero tengo un buen amigo, artista y profesor que, cuando habla del espectador, dice que la gente no es gilipollas. Yo no tengo una opinión tan rotunda, pero confío en él.

Texto publicado el 8 de diciembre de 2015 en ABC.es