No son muchos los metros cuadrados en los que el joven Alejandro Calderón desarrolla su labor pictórica. Pero suficientes para que en ellos se despliegue todo un universo casi mágico en el que la luz que entra por las pequeñas ventanas es capital

Esta tarde somos cuatro personas en el estudio que Alejandro Calderón tiene en Madrid: mi compañero de vídeo, nuestro fotógrafo, el artista y yo mismo. A todos, menos al pintor nos cuesta moverse por el espacio. El resto, golpeamos constantemente con la cabeza en su cubierta abuhardillada. Él no. Él se mueve como pez en el agua: zigzaguea, hace requiebros, esquiva los golpes y a nosotros mismos con total naturalidad. Calderón despliega su taller de pintura en el que es el salón de su casa. Yallí reparamos en dos ventanas (una en un lateral, frente a la cámara que le graba trabajando; otra en la pared que se salva del desnivel). Ambas proporcionan una luz inusual, tamizada; una luz que introduce en la estancia el cielo de Madrid que se otea desde las mismas y que enmarcan. Continuar leyendo «Fantasías animadas en la buhardilla de Alejandro Calderón»