Están todos invitados al cuarto
El sábado se presentaba en Madrid Cuarto de Invitados, espacio autogestionado por artistas que invitan a comisarios a programar en el salón de su casa. Abdul vas, de la mano de Óscar Alonso Molina, es el primer creador que lo ocupa

Recuerda Antonio Gómez («perdonadme: estoy en plena tesis y en mi cabeza bullén las referencias») que Brian Holmes, en su Manifiesto afectivista, señala que las grandes transformaciones que se produzcan en el siglo XXI tendrán lugar en la privacidad del hogar. Él es, junto a Juan Jurado y Valeria Cámara, uno de los tres inquilinos del inmueble situado en la calle Mesón de Paredes, 42, en el madrileño barrio de Lavapiés, en el que habitualmente recalan otros artistas con los que estudiaron Bellas Artes en el CES Felipe II_de Aranjuez. A saber: Víctor Gutiérrez, Ciprian Burete, Marta Abril, Manuel Ruiz, Francisco Javier Ruiz y Milad Nouiouat. Y todos ellos son los responsables, en su seno, de Cuarto de Invitados (CdI), que hoy, doce del doce, a las doce del mediodía, se pone en marcha.
«El Cuarto de Invitados es un espacio autogestionado, independiente, para exposiciones y proyectos fuera de los códigos del mercado –que lo que buscan ante todo es rendimiento económico–, donde no se vende nada y el beneficio debe ser intelectual, el que nace del encuentro, del diálogo, de la cultura», nos explican. Su sede es el salón de la casa de sus artífices, donde se genera un nuevo territorio para entrar en contacto con el arte, pero de una manera distinta, y donde los matices, por su cariz alternativo, son diferentes a los de una galería, un museo o la calle: «Este es un lugar en el que no queremos que pase nada en particular, sino ver más bien lo que pasa. Nosotros ponemos el espacio, facilitamos que la gente se junte y dejamos que ocurran cosas, sin más pretensiones».

Su modelo no es nuevo, con referentes muy consolidados en El Salón de Ángela Cuadra, Sala de eStar, de María José Gallardo en Sevilla, o El Palomar, en Barcelona. También en Casa Sostoa, en Málaga, donde el promotor es allí un coleccionista. Pero también en propuestas experimentales mucho más cercanas y con pocos meses de vida como El Tipi de Elisa Coll y Pablo Durango, en Arganzuela, o Hidráulicas, de Raquel G. Ibáñez, en La Latina (con este último, CdI comparte el particular solado que le da nombre): «En todos los casos hablamos de agentes que ofrece su propia vivienda para experimentar con el arte. Pero posiblemente lo que nos diferencia a nosotros es la fórmula empleada para generar la programación».
Porque, para salir del círculo en el que los artistas se terminan moviendo y no ser endogámicos («al final, en este tipo de espacios se acaba invitando a tus amigos y a los amigos de tus amigos, por lo que el feedback es muy relativo»), la política de CdI es elegir a un comisario al que dan todas las libertades para desarrollar una propuesta y que éste, a su vez, elija al siguiente: «No nos importa que esto se nos vaya de las manos porque no controlamos los contenidos. Lo que queremos es conocer gente, buscar fórmulas alternativas para nuestra profesionalización y nuestro salto al sector profesional».
Los chicos se ríen al mencionarles que el primer comisario ha sido seleccionado a dedazo: se trata del crítico Óscar Alonso Molina, que además fue profesor de todos ellos: «Si le hemos elegido es porque es una persona cercana, que no sólo monta el primer proyecto, sino que además nos apadrina, y que nos ha abierto los ojos con cuestiones en las que nosotros no habríamos caído nunca».

«Para mí –explica el propio Óscar Alonso–, un cuarto de invitados es ese espacio de la casa al que llegan personas muy distintas, cuyo nexo de unión es que los aprecias y los quieres. Y ése es el espíritu de este lugar: trabajar con gente con la que te gusta hacerlo y con la que disfrutas. Al compromiso lo mandas a un hotel», bromea.
Su propuesta para Cuarto de Invitados es un particular concierto de rock improvisado por Abdul Vas, quien también despliega su obsesión por AC/DC ahora mismo en la galería L21, en Doctor Fourquet: «Soy consciente de que lo que yo eligiera marcaría el devenir del espacio, por eso, y al convivir aquí diferentes sensibilidades, busqué un mínimo común denominador y un máximo común múltiplo. Vas era el ideal porque no pertenece a su generación, de forma que su propuesta expositiva no parece un proyecto de postgrado. Está implantado en el mercado y ofrece una frescura y un dinamismo muy a tono con el espíritu del espacio. Además, es un artista con el que siempre he querido trabajar y no encontraba el marco. Éste es un buen banco de pruebas para ver si podemos hacerlo en el futuro en otros contextos. Quería que el fuera mi invitado».
El venezolano, encantado con la invitación (de hecho, ha costeado buena parte de la producción), ha dibujado sobre las paredes y con su particular estilo a los integrantes de su banda favorita, y ha generado todo el merchandising propio de un concierto (pósters y chapas) que los «asistentes» se podrán llevar «hasta final de existencias».
«La única condición que le pedimos a los comisarios y artistas es que tengan en cuenta que vivimos aquí y que hay que respetar a los vecinos. Tenemos un presupuesto limitado (cada uno pone diez euros mesuales) y no nos cerramos ni a ser financiables (solicitud de becas o ayudas) o a evolucionar y conseguir patrocinadores». Les preguntamos si no tienen miedo a que su nueva labor como gestores eclipse sus propias trayectorias creativas: «Consideramos Cuarto de Invitados como un dispositivo artístico. Quitar el gotelé de las paredes ya fue una acción en sí misma. Todos trabajamos en nuestra obra pero entendemos que el arte no es sólo producir objetos».

Las normas estipulan que tanto artista como comisario deben dejar un texto o una aportación gráfica en prenda con los que los responsables de CdI tienen intención de ir publicando periodicamente un fanzine, y cuyos materiales ya empiezan a recogerse en su web. «A lo mejor no es preciso que un proyecto como este se singularice con respecto a otros similares –expone el crítico de ABC Cultural–. Hay miles de galerías que repiten modelo y que hacen programaciones diversas maravillosas. Lo que yo sí veo es que reciben una herencia generacional de espacios alternativos anteriores, pero ahora los integrantes están más organizados y sus labores más profesionalizadas. Se cuida mucho más la comunicación. Aquí hay incluso un traductor en un afán de que el proyecto se conozca, gracias a la red, más allá de nuestras fronteras. También el trato con el artista es diferente».
Este sábado, Cuarto de Invitados hace su presentación en sociedad. Será entonces cuando se sepa quién será el comisario y el artista que recogerán el testigo de Óscar Alonso Molina y Abdul Vas: «Queremos formalizarlo con un guiño, una divertida entrega de llaves de la casa». Susi Blas será la elegida, que, a su vez, ha seleccionado a 2Jotas como artista para convivir con los promotores del espacio. «Ella encaja perfectamente con el proyecto: es una persona cercana, capaz de descender a unas condiciones de trabajo en las que no hay ni remuneración, ni los medios de los museos o las galerías. Y el artista por el que apuesta da continuidad al proyecto, ya que, de hecho, es hasta un vecino del barrio, con el taller por la zona».

Texto ampliado del publicado en ABC Cultural el 12 de diciembre de 2015. Número 1.212