Unos que vienen y otros que se van…
La llegada de Xavier Fiol a Madrid coincide con el cierre de otra galería –de otro mallorquín– la de L21, en el mismo barrio: Doctor Fourquet. Razones y motivos de unos y de otros

Le mencionamos que si es casualidad que un galerista mallorquín acabe en la calle Mallorca de Madrid y se ríe: «La verdad es que estuve buscando antes local en Montesquinza, la zona donde estuvo Soledad Lorenzo, pero no encontré nada con un precio razonable», explica Xavier Fiol. Entonces dio con este pequeño local en lo que fue una antigua panadería, que decidió reformar («podía haberlo dejado tal cual, hacer una especie de segundo Cambio de Aceite, el local de Pepe Cobo en lo que fue un taller mecánico, pero no todos los artistas iban a entenderlo»), para convertirlo en un espacio de proyectos.
«En realidad esta es nuestra tercera sede, la de una galería que abrió sus puertas en Mallorca en 1989, tras un proyecto intermedio que desde hace dos años funciona durante el verano en Alaró, también en la isla». El sábado pasado abría sus puertas en Doctor Fourquet Madrid XF Proyectos, una «oficina de ideas», como la define su propietario, para dar visibilidad a los artistas de la firma desde la capital: «Aquí es donde se produce la noticia cultural y donde lo que haces tiene repercusión –explica el galerista–. Después de muchas ideas y venidas, exposiciones y unos últimos años movidos, es hace tres, y no a lo loco, sino tras un concienzudo estudio de mercado y de viabilidad, que decidimos venirnos. Más que reinventarme, lo que hago como galerista es recolocarme. Nuestra profesión es siempre la de un corredor de fondo».

El nuevo espacio («un máster de galerismo en una zona tan especial como Doctor Fourquet»), cuenta con unas formas muy particulares, una pequeña sala triangular, que su propietario quiere convertir en ámbito de experimentación: «Si lo piensas, esto podría funcionar hasta como el project room de una feria. La idea es que, aunque nos sumemos a las dinámicas de la calle, lleve sus propios ritmos; que sea un espacio de reflexión, de encuentro, de reposo. Pero, a la vez, que funcione como puente entre Madrid y Palma –es en esa segunda ciudad donde se gestará el verdadero negocio– y donde se pueda descubrir a artistas que luego acaben en la isla», apunta.
Herbert Hamak, un habitual de la galería, con experiencia en la ocupación de espacios («de hecho –señala el galerista– no me ha dejado que monte yo la exposición»), da la la bienvenida a éste con la instalación Mil flores. Fiol apunta que prefirió no arriesgar con un joven, aunque estos terminarán llegando, «como lo harán artistas nórdicos, o latinos, con los que tiene mucha voluntad de trabajar… Frank Gerritz, Alberto Borea, Santiago Villanueva… Tenemos planteada la programación hasta bien entrado 2017».
Mientras Xavier sigue desempacando, el que hace las maletas es Óscar Florit, artífice de L21, otro galerista mallorquín, también en Doctor Fourquet («en su día nos hizo mucha gracia ocupar el número 1 de la calle»), que considera que cierra una etapa en la capital: «Llegamos a Madrid con un objetivo, dar a conocer la galería y a los artistas, que creemos que se ha cumplido. Todos nuestros autores han celebrado ya una individual aquí, por lo que lo que hiciéramos a partir de ahora sería repetirnos. Y llegamos en un momento, hace tres años –curiosamente, cuando Fiol empezó a plantearse el traslado– con una crisis profunda que en el sector del arte creemos que continúa. Sería un suicidio aguantar tres o cuatro años más».

L21 aterrizó a Madrid tan sólo un año después de abrir en Palma. Si ahora su responsable sacrifica el negocio en la capital es porque no está de acuerdo con la idea de que el mercado en España pase por Madrid: «De hecho, no sabemos dónde está, pero no se centra ni aquí, ni en Barcelona. Además, la infraestructura la tenemos en Palma. Lo de Doctor Fourquet es solo un escaparate, cinco veces más reducido que la sede de la isla. Los espacios pequeños dejan de dar de sí cuando estás creciendo. Quedarnos supondría cambiar de local. Y yo soy «de» y vivo bien en Baleares. Madrid es una burbuja. La prensa está aquí, cierto, pero tampoco se ha escrito sobre nosotros, ni ha venido tanta gente a vernos. Hemos escuchado demasiado por parte de coleccionistas eso de “lo estáis haciendo muy bien; a ver si en la próxima compramos”. No podemos esperar. Hay que tomar decisiones. ¿Soy impaciente? No lo sé, pero yo creo que en tres años deberíamos haber tenido más apoyos».
L21 echa el cierre con una exposición colectiva a modo de epílogo («es un resumen de lo que hemos conseguido en este tiempo»). Florit escribió una emotiva carta de despedida en la que se acuerda de todos los que le han acompañado (incluido el que ha sido la verdadera alma máter de la galería en Madrid, Francesco Giaveri) y que ahora cuelga en la ventana de la galería, aunque dudó en hacer pública: «Nuestro balance aquí siempre será positivo. En Madrid hemos aprendido a profundizar en lo que es ser galerista en España. Doctor Fourquet obliga a ser más profesional de lo que puedas serlo en Palma. La afluencia de público es mayor y no puedes desfallecer. Eso no significa que en la isla uno no pueda cometer errores, pero sí que se puede ser más punki. La presión es diferente. Allí es difícil que pase el director del Museo Reina Sofía, como hacía en Madrid, en casi todas las exposiciones».

Florit abandona Madrid y se replantea su negocio en Baleares («vamos a tender a proyectos más exigentes, producciones más grandes. Y la inauguración de Bel Fullana el 4 de febrero será un buen ejemplo»). Aún así, considera que cierto espíritu de L21 se queda en la capital para siempre: «Sin ser pretencioso, creo que hemos sido ejemplo de que se puede trabajar con jóvenes, algunos como Pep Vidal o Ian Waelder, que eran desconocidos cuando comenzaron con nostros, y hacer cosas interesantes. Con ellos hemos saltado a ferias internacionales». El galerista considera, sin embargo, que no deja el Doctor Fourquet que encontró: «El fenómeno se desinfla. Ya no tiene la afluencia de público del principio. Y la gente parece cansada, pero no sólo de lo que acontece en la calle». Aún así, anima a Fiol en su próxima aventura, aunque reconoce que si él hubiera tenido entonces la información que tiene ahora, no abriría.