Para este pintor, la obra podría realizarse en cualquier espacio. No en vano, él cuenta con un segundo taller, una iglesia desacralizada en Oropesa, en el que reparte las tareas. En Madrid, lo comparte con otros cuatro creadores en Doctor Fourquet

«Lo bueno de compartir estudio –explica Abraham Lacalle– es que generas un espacio de diálogo. Se crea un ámbito afectivo en el que nada tienen que ver los lazos generacionales o idiológicos. Compartimos el silencio del trabajo y el ruido de la charla. De hecho, estoy en contra de la idea del artista encerrado en la torre de marfil. Me supura. O el pensamiento de que somos seres especiales que nadamos en nuestra individualidad. No es cierto. Lo que sí que es verdad es que compartes con los demás sin saberlo, casi sin haberlo pensado, en la deriva de tu propio interés personal». Continuar leyendo «Abraham Lacalle, el artista sin fetiches ni torres de cristal»