Si el Premio Turner fuera español…

¿Quién ganaría el Turner si este fuera un premio español?

A principios de mes se fallaba el Turner 2016, el premio artístico más mediático y polémico. ¿Cómo sería este galardón si se organizara en España? ¿Quién se alzaría con él? Sobre estos asuntos se pronunciaron los expertos en un reportaje en 2013 que ahora recupero para el blog

Carlos Aires en su taller

En diciembre de 2013, la francesa Laure Prouvost ascendió al Olimpo de los creadores laureados con el Turner. Hasta el día anterior a la fecha de la concesión de su galardón, era una desconocida para el gran público. Esa semana de otoño tenía su hueco en los periódicos e informativos de medio mundo. Así de poderoso es este galardón, creado en 1984 para reconocer la mejor exposición de un artista de menos de 50 años residente en el Reino Unido.

«El Turner es el mejor mecanismo de promoción del arte británico de las últimas décadas –admite el crítico Fernando Castro Flórez–. Comenzó con un perfil bajo, pero ni sus creadores eran conscientes de cuál sería su repercusión. La generación de Damien Hirst, la Goldsmith y Saatchi no sería lo que es sin esta pata». «A mí me parece positivo –matiza Nacho Ruiz, co-galerista de T-20 y experto en mercado–. Se le critica por su perfil mediático, pero es parte de su atractivo. No es un Nobel del arte, sino una apuesta por una determinada línea de creación. Y si todos los años lo ganara Mona Hatoum, sería un rollo».

Para Castro Flórez, el secreto de su éxito radica en las sinergias aparejadas: «Un museo, la Tate, que lo legitima y da a sus contenidos un tono historiográfico; un grupo de medios («The Guardian»«Channel 4»«Frieze») que lo airean durante semanas; y un voto popular, que transmite la sensación de democratización, de que el público también puede marcar las pautas. Es lo que sucedía en España con «Diario 16» y el Salón de los 16 o ABC y el Premio ABC de Arte, que tenían pegada porque un gran medio los apoyaba».

Eugenio Merino
En ese caso, si el modelo es tan rentable, ¿por qué no exportarlo?: «Nuestro problema es que no somos Londres –considera el comisario Iván López Munuera–. Y nuestro contexto tampoco es el británico. En el fondo, el Turner es el resultado de la popularización del arte, de convertirlo en un »reality»». Ruiz también se muestra escéptico: «Imitar un modelo siempre es un fracaso».

Si hay un artista español al que le ha perseguido la polémica (ingrediente propio de este galardón), ese es Eugenio Merino. Para el madrileño, poner en marcha un premio como el Turner no sería difícil: «Lo que ocurre es que nuestros artistas no tienen proyección exterior. Al final, lo haríamos para consumo propio. Por otro lado, en un momento de crisis como este, explicar a la opinión pública que quieres apostar por algo tan mediático supondría que se te echara encima».

Asumamos ese riesgo: ¿Qué institución en la línea de la Tate debería auspiciarnos? Todos los consultados barajan el nombre del Museo Reina Sofía. Manuel Borja-Villel, su director, no está muy por la labor: «Los premios son mecanismos de otro tiempo. Hoy habría que navegar en otra dirección. Lo que prima ahora es promover la educación, las ayudas a la creación, las becas… Ese debería ser el sello del Turner español. Si bien el Turner situó a Londres en el mapa, cabe preguntarse si lo hizo en el correcto. Esa ciudad no es intelectualmente tan fuerte como Berlín. Ni la colección de la Tate, la del Pompidou o la de la Kunsthaus de Basilea. El Turner se planteó como un espectáculo. Eso es muy Londres».
Ángela de la Cruz

«El Turner en España sería el Premio Reina Sofía, porque debería promoverlo este museo –aduce Castro Flórez–. Sin su legitimación estaríamos haciendo un nuevo premio L’Oréal o Generaciones. Pero veo más dispuesto al Miguel Zugaza del Museo del Prado». «Descartados el Reina y nuestra »Royal Academy» –agrega Ruiz–, solo queda el Museo Guggenheim como museo que sabe de »marketing». Pero tendríamos servida otra polémica: que no es un centro cien por cien español». Eugenio Merino apuesta por el CACMálaga («más sensible a este tipo de cuestiones»), mientras López Munuera fija la atención en el MACBA o el CA2M.

Somos españoles, y nuestra impronta quedaría reflejada en el premio: «Tenemos dos opciones –apunta Castro Flórez–: o que hagamos una cosa muy a lo MUSAC, moderno pasado de tuerca, presentado por Topacio Fresh, o que prime la Academia y nos salga algo muy plúmbeo. Nos movemos siempre entre Almodóvar y José Luis Garci. Además, nuestro sentido del humor es grotesco, pero sin capacidad de encajar la ironía. Un Turner español sólo habría salido redondo en época de Valle-Inclán». La injerencia política sería el ingrediente genuino según Merino y López Munuera. Para Ruiz, nos devolvería al escenario de las dos Españas: «Pasaría como con los primeros desfiles de David Delfín, una gran polémica, con las líneas más conservadoras encendidas y la defensa numantina del sector contemporáneo».

Mateo Maté
Toca mojarse, dar los nombres de aquellos autores españoles dignos del premio. Y entonces casi por unanimidad surge el de Mateo Maté: «Partamos de la premisa de que ganar el Turner es algo positivo», señala Castro; «que los que lo consiguen siempre han tenido algo que decir» (Nacho Ruiz) y que «no son unos advenedizos: vienen avalados por grandes galerías y comisarios» (E. Merino). «Si llevara dándose años –sentencia el crítico– lo habría ganado Juan Muñoz». El nombre de Santiago Sierra también sale a colación si se habla de polémica; los de Teresa Margolles o Carlos Garaicoa, si tenemos en cuenta la conexión latina. «El premio no debe quedarse sólo en lo estético, por eso podría concedérsele al colectivo Democracia», un nombre recordado por Merino, pero repetido junto a los de Avelino SalaDora García, Cristina Lucas o Fernando Sánchez Castillo.

También es muy mencionado Carlos Aires (del que se señala «su aire cañí»). Del lado de los jóvenes se baraja a Momu & No Es, Carlos Irijalba, Antonio Ballester Moreno, Fermín Jiménez Landa, Juan López o Guillermo Mora. «Si se impone la Academia –concluye Castro– el premio es para Ignasi AballíPedro G. Romero o Antoni Abad».

Para el crítico, los «años dorados» del Turner pasaron, pero sigue siendo una referencia. «No hay más que ver cómo celebramos en 2010 la nominación de Ángela de la Cruz, la primera española». Para esta artista, el Turner fue un reconocimiento: «Sin embargo, está muy orientado a los »media». ¡Le estás vendiendo el alma al diablo! Me dio un impulso tremendo. Pero acabé muy cansada de la presión mediática. No hacía más que dar entrevistas y yo lo que quería era volver al taller».

Momo & Noes

Texto original publicado en ABC Cultural el 7 de diciembre de 2013. Número: 1.117

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